Ucrania propone crear una constelación de satélites de vigilancia a través de un consorcio, compuesto por empresas ucranianas, nórdicas y de Europa del Este, y espera recaudar más de 100 millones de euros para construir la constelación, de más de 70 satélites que proporcionarían inteligencia a lo largo de la frontera rusa.
La iniciativa se anuncia en un momento en que los países de la región, en riesgo de agresión rusa, buscan una mayor independencia de Estados Unidos y su aparato de inteligencia espacial. Los promotores del proyecto esperan obtener financiación de empresas privadas para finales de 2026 y tener la constelación completa operativa para finales de esta década, según declaró a la revista SpaceNews, Eugen Rokytsky, director ejecutivo de un grupo industrial conocido coloquialmente como la Alianza de Clústeres Aeroespaciales de Ucrania y líder del proyecto.
La constelación de satélites de doble uso, denominada Intermarsat, estaría compuesta por más de 70 satélites pequeños en órbita heliosíncrona a una altitud de unos 500 kilómetros (310 millas). Proporcionaría revisitas diarias a lo largo de la franja entre el Báltico y el Mediterráneo, abarcando países tan al norte como Finlandia y Estonia y tan al sur como Bulgaria. Se espera que la recaudación de fondos comience en las próximas semanas.
Desde antes de la invasión rusa de Ucrania en 2022, los datos satelitales de proveedores comerciales estadounidenses y del Gobierno de Estados Unidos han sido indispensables para las fuerzas ucranianas, permitiéndoles mantenerse al tanto de los movimientos del ejército ruso. Sin embargo, el deterioro de las relaciones entre el gobierno ucraniano y la administración del presidente estadounidense Donald Trump ha hecho que los líderes de Europa del Este teman la posibilidad de que esta ventaja estratégica desaparezca. La pausa temporal en el intercambio de datos de inteligencia impuesta a Ucrania por el Gobierno estadounidense en marzo impulsó la actividad del sector tecnológico espacial de Europa del Este.
La constelación planificada transportaría cámaras ópticas que captarían imágenes de la superficie del planeta con una resolución de unos 50 centímetros (20 pulgadas) y cargas útiles de radar de apertura sintética (SAR) que permiten ver a través de las nubes y en la oscuridad. Un estudio preliminar de viabilidad, dirigido por la Alianza Panucraniana de Clústeres de Innovación en Tecnología Espacial, concluyó que Ucrania y sus socios de la región del norte y este de Europa, incluyendo Finlandia, los países bálticos, Polonia, Chequia y Bulgaria, cuentan con la capacidad tecnológica nacional para llevar a cabo un proyecto de este tipo en los próximos cinco años.
La búlgara Endurosat y la lituana NanoAvionics fabrican ya pequeños buses satelitales y han entregado más de 10 satélites cada una a sus clientes. Además, la checa TRL Space está llevando a cabo una campaña de financiación colectiva para construir un satélite óptico de observación de la Tierra (EO) de alta resolución para Ucrania, el primero de una constelación planificada de cinco satélites.
Ucrania ha lanzado dos satélites de observación de la Tierra desde su separación de la Unión Soviética en 1991. La nave espacial Sich 2-1, desarrollada por la Oficina Estatal de Diseño de Yuzhnoye, con sede en Dnipro, orbitó el planeta entre 2011 y 2012. Su sucesor, Sich 2-30, llegó al espacio en enero de 2022, unas seis semanas antes de que los tanques rusos cruzaran las fronteras de Ucrania.
A lo largo de la guerra, las fuerzas de defensa de Ucrania se han basado principalmente en imágenes de satélites espía operados por el Gobierno estadounidense y proveedores comerciales estadounidenses como Maxar Technologies y Planet. El operador finlandés de satélites SAR, ICEYE, también ha sido un aliado clave, llegando incluso a vender a Ucrania el acceso exclusivo a uno de sus satélites tras una campaña de financiación colectiva en 2022.
Una iniciativa similar podría proponerse para la vigilancia del flanco sur y Norte de África hasta el Sahel. El incremento del gasto militar previsto podría absorber la inversión, o podría realizarla un consorcio de empresas que vendería sus servicios a las diversas agencias y administraciones. El sur de Europa cuenta con empresas con experiencia y en unos años podría contar con capacidades de lanzamiento.
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