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Opinión

España se quema y seguimos esperando milagros

Pruebas de lanzamiento de agua desde el A400M para extinción de incendios.
Pruebas de lanzamiento de agua desde el A400M para extinción de incendios.

Un año más, España se quema. Aunque la virulencia de los incendios del verano de 2025 no tiene precedentes en los últimos años, llueve sobre mojado. El riesgo de incendios en nuestro país es siempre alto, y los profesionales no han dejado de avisar del peligro que supondría el verano de este año.

Ojalá que de una vez por todas la catástrofe en forma de fuegos incontralados que estamos sufriendo este verano sirva, de verdad, para que se tomen decisiones de calado que eviten, en la medida de los posible, una explosión de incendios incontrolados e incontrolables, según los expertos, como los que estamos viviendo este verano de 2025.

Según los datos, a mediados de agosto se habían quemado ya más de 300.000 hectáreas de masa forestal en nuestro país, el número más alto desde el año 1994, el otro registro nefasto se produjo en el año 2017. Pero a pesar de que los expertos avisan continuamente del riesgo de incendios en nuestro país cuando se producen ciertas condiciones climáticas como las de esta primavera, los ciudadanos asistimos estupefactos a un nuevo espectáculo de reproches, de tú más, y de un insoportable clima político que en nada nos beneficia a los españoles.

En cuanto ocurre una catástrofe de esta naturaleza, leáse la DANA, y a hora estos incendios, se empiezan a ver las costuras de un sistema que hace aguas por todos los lados y lo que es peor, se manifiesta la insoportable irresponsabilidad de nuestra clase política, que está estancada en la bronca permanente, con el resultado de un falta de eficiencia en las decisiones a la hora de afrontar estas situaciones que pone los pelos de punta.

Una DANA, unos incendios como los que estamos viviendo, o cualquier otro tipo de catástrofe natural, que serán cada vez más frecuentes por el cambio climático, dejan de tras miles de millones en pérdidas económicas, pero lo que es peor, pérdidas humanas, la destrucción del sistema de vida de miles de españoles, con lo que todo ello significa. Por este motivo, evitar las consecuencias de estas catástrofes y sus daños debería ser el primer mandamiento de nuestros gobernantes. Pero, y según hemos podido comprobar por desgracia en los últimos años, esto no es así.

Si algo no funciona ¿Por qué no se cambia?

Como digo, los incendios forestales en España son un tema recurrente cada verano, unos años con menor virulencia, y otros, como este, con una voracidad extrema, que cuesta vidas y miles de millones. La pregunta es ¿Hacemos todo lo que podemos para evitar esta lacra?. La respuesta es no.

El modelo actual de responsabilidad autonómica debe repensarse. Los incendios no conocen fronteras y debería existir una mayor coordinación, para destinar recursos y medios cuando fuese necesario. Quizá un Centro Nacional del Fuego, con profesionales, no políticos, debería coordinar y planificar las actividades antiincendios todo el año y la asignación de recursos, reportando anualmente ante el Congreso.

Las campañas para la prevención de los incendios deben ser permanentes, y no solo en los 5 meses de mayor concentración de incendios. La recuperación de los cortafuegos y la limpieza de los montes debe recuperarse, por lo menos en las zonas de mayor riesgo. Y deben ser responsabilidad de las CCAA, coordinadas por ese CNF.

Tenemos medios suficientes para un verano “normal”, pero el problema es que parece que no va a haber muchos veranos “normales”. La flota de Canadair CL-215T y de CL-415, y la de medios de las comunidades autónomas, se nos quedan pequeñas en estas circunstancias. El año pasado se aprobó la compra de siete DHC-515, que se recibirán el año que viene, y de la modernización de los 215T y 415. Esto supondrá un paso adelante.

Sin embargo, es necesario un trabajo de prevención en nuestras zonas más propensas a incendios. Y esto debe hacerse todo el año, todos los años. También es necesario buscar otra soluciones, como los satélites de detección de incendios, o la dotación de sistemas modulares de extinción de incendios en los A-400M y C-295. Finalmente, la cooperación internacional. Portugal, España, Francia, Italia y Grecia, el sur de Europa, padecen estos incendios de forma reiterada todos los veranos y no sería mala idea coordinarse y compartir medios y experiencias.

Este es un problema grave que nos afecta todos los años. No sabe de colores políticos ni de demarcaciones regionales. Las pérdidas son enormes todos los años, tanto en vidas como materiales, y es necesario que se tomen decisiones y medidas racionales de forma inmediata.

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