Por Jaimer Pérez Guerra. Director de Estrategia y Nuevos Proyectos Fly News.
La semana pasada, Airbus, Thales y Leonardo firmaron un memorando de entendimiento para combinar sus divisiones espaciales con el fin de competir mejor en el mercado global.

Según el acuerdo, Airbus liderará la nueva empresa con una participación del 35%, mientras que Leonardo y Thales tendrán el 32,5% cada una. Si el acuerdo se concreta, la empresa, aún sin nombre, planea comenzar a operar en 2027. Empleará a unos 25.000 trabajadores en todo el continente y generará unos ingresos anuales de aproximadamente 6.500 millones de euros.
Se trata de un paso esperado y discutido. La unión de las tres empresas llega tarde, y debe plantearse con unos criterios acertados, o será un dinosaurio. El espacio se ha convertido en uno de los sectores más dinámicos, con miles de empresas presentando nuevas soluciones e ideas. La gran empresa ha dejado de ser protagonista, y se ha convertido en un actor más en un sector muy fluido.
Airbus, Thales y Leonardo (ATL) son empresas que funcionan según parámetros clásicos y para competir con Space X hace falta un ”mindset” distinto, muy cercano al de una startup, con decisiones rápidas, incluso con cambios de dirección abruptos y rápidos.
Europa no está en su mejor momento en el tema espacial, y no es precisamente por sus empresas. Europa tiene un problema de regulaciones de todo tipo que ha logrado colocar a su industria en inferioridad de condiciones frente a la competencia, y el sector espacial no es la excepción.
Otro problema importante, que parece que se está solucionando, es la falta de una autoridad central para tema militar espacial, y para la innovación. Hace falta una DARPA europea que canalice los esfuerzos en programas más innovadores con una visión a diez años o más.
Airbus, Thales y Leonardo (ATL) son empresas que funcionan según parámetros clásicos y para competir con Space X hace falta un ”mindset” distinto, muy cercano al de una startup, con decisiones rápidas, incluso con cambios de dirección abruptos y rápidos. Ninguna de las tres empresas está preparada para ello. Space X facturo cerca de 11.200 millones de euros (casi el doble de lo que espera facturar ATL en 2027), pero con 13.000 trabajadores, la mitad de personal. Sus beneficios alcanzaron los 3.900 millones de euros.
La nueva empresa tendrá que cuidar mucho el ecosistema de Startup y Scaleup, porque serán estas compañías las que alimenten muchos de los contratos más grandes. Y tendrá que luchar por liberalizar el entorno empresarial espacial si quiere intentar competir con sus oponentes americanos, chinos, japoneses e indios.
Probablemente la nueva empresa siga copando los contratos más importantes de la ESA. Pero no se pueden perder de vista los proyectos de algunas Startups, como Aerospacelab, que está construyendo una megafábrica de cara a conseguir el contrato de Iris 2, en competencia directa con los grandes.
Pero los contratos de la ESA y la Comisión Europea son solo una parte de la ecuación. Con el aumento del gasto en defensa de los gobiernos nacionales en todo el continente, se ha creado un ecosistema saludable para que las empresas propongan tecnologías innovadoras de doble uso. Aún está por ver si las organizaciones de defensa se sienten más cómodas trabajando con startups ágiles en lugar de con este nuevo campeón espacial europeo.
Esta consolidación crea una oportunidad excepcional para que las empresas de NewSpace ocupen el vacío, si los gobiernos europeos comienzan a fomentar la competencia abierta. De esta forma, ahorrarán dinero a los contribuyentes, desarrollarán una verdadera capacidad industrial y propiciarán la innovación que Europa necesita desesperadamente.






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