Boom Supersonic ha pasado de estrella naciente del transporte aéreo comercial supersónico a quedarse sin motores.
El pasado salón de Farnborough, Boom Supersonic, por medio de su consejero delegado y fundador Blake Scholl, anunciaba una nueva configuración aerodinámica y un acuerdo con Northrop Grumman para el desarrollo de versiones específicas, principalmente militares, del Overture, su propuesta de avión comercial supersónico.
Scholl, explicaba el cambio de diseño en Farnborough señalando que el que presentaban era: “Por ahora el ultimo de más de 50 que han probado desde que se lanzó el proyecto hace cinco años, y es con el que han logrado una mayor eficiencia aerodinámica; junto a 26 millones de horas de simulaciones y cinco ensayos en túneles de viento”.
En ese momento todo brillaba.
Pero ahora Boom Supersonic se enfrenta a una importante crisis. El pasado mes de septiembre, Rolls-Royce, su socio desde 2020 para suministrar la planta motriz del Overture, anunciaba que abandonaba el proyecto, señalando que habían cumplido su contrato, suministrando a Boom varios estudios de ingeniería para Overture. Pero que tras una cuidadosa consideración, habían determinado que el mercado de aviones comerciales supersónicos no era una prioridad en estos momentos y que se retiraban: “Ha sido un placer trabajar con el equipo de Boom y les deseamos mucho éxito en el futuro”, terminaban su comunicado.
Casi al mismo tiempo, Boom anunciaba el fichaje de Ric Parker, antiguo director de Tecnología de Rolls-Royce, como “asesor principal de la dirección de la empresa. Ric aportará su profunda experiencia técnica, comercial y de sostenibilidad mientras Boom industrializa el sistema de propulsión del avión supersónico Overture”, se indicaba en el comunicado al respecto.
Aunque como decimos, Rolls-Royce anunciaba esta decisión después de la celebración del salón, esto puede estar detrás de la decisión de Boom de parte de los cambios en el diseño, especialmente en el cambio de la planta motriz a cuatro reactores situados en góndolas subalares en lugar de tres motores de mayor tamaño, y por tanto, empuje, que mostraban los últimos dibujos del Overture antes del salón.
El que un fabricante de motores diga no a un proyecto no debería ser, en principio un problema importante. Hay otros fabricantes que pueden proponer alternativas. Muchos aviones se ofrecen con al menos dos opciones de motor.
Pero en este caso, si parece haber un problema.
Boom quiere poner en vuelo el primer Overture en 2026 y que entre en servicio en 2029. Para ello la producción del primer avión, que servirá para la certificación, debe comenzar, según los planes de la empresa, en 2024, y para ello es preciso disponer de una planta motriz y poder completar el diseño de las alas por ser el lugar donde irá instalada.
Aunque desde Boom Supersonic reaccionaron al anuncio de Rolls-Royce anunciando que esperan tener un acuerdo para los motores antes de que termine 2022, lo cierto es que en los últimos meses General Electric, Honeywell, Pratt & Whitney, y Safran (antes Snecma), los cuatro principales fabricantes de motores comerciales junto a Rolls-Royce, han manifestado su falta de interés en este mercado y su deseo de centrarse en los motores en producción. Y es que no olvidemos que hoy en día, las prioridades de estas empresas pasan por certificar sus motores para operar exclusivamente con SAF, y en el desarrollo de plantas motrices que usen hidrógeno, bien como combustible en lugar de SAF, o como base para generar electricidad en motores híbridos eléctricos. Un mercado potencial mucho más lucrativo que los 130 aviones apalabrados hasta ahora por parte de tres clientes.
Desde luego es camino torcido que fracasará.
¿No se recuerda el Sonic Cruiser de Boeing? Se tiraron los planos a la basura y se dibujó el 787.
El planeta reclama aviones con menor consumo y más limpios.
Tardar 5 horas en lugar de 7 no cambia casi nada.
El futuro es ecoeficiencia. Por ejemplo el UltraFan de RR. Otros fabricantes seguro están en la misma línea.