El descenso del tráfico aéreo por la crisis del COVID-19 ha llevado a las aerolíneas británicas a tomar decisiones drásticas.
Mientras más de media flota de British Airways permanece aparcada en varios aeropuertos británicos, la aerolínea ha decidido dar un paso más en el recorte de sus operaciones por la pandemia de coronavirus suspendiendo los vuelos que todavía realizaba desde el aeropuerto de Londres Gatwick. Dicha suspensión es temporal y la aerolínea mantendrá en el mismo los medios precisos para retomar la actividad rápidamente.
Esta se trata solo de la última de las decisiones tomadas hasta ahora. Ayer, por ejemplo, Easyjet decidía dejar en tierra toda su flota hasta el final de la crisis, decisión que afecta a sus tres aerolíneas, la británica, la suiza y la austríaca.
Y mientras la dirección de Easyjet tomaba esta medida, el fundador de la aerolíneas Stelios Haji-Ioannou, fundador de Easyjet, y todavía accionista de la misma ha vuelto a mostrar su desacuerdo con la dirección de Easyjet (respaldada por los otros accionistas) pidiéndoles que cancelen los pedidos de aviones Airbus, o cuando menos dejen de pagar las cuotas previas a la entrega, como medida para preservar fondos. Stelios, como todo el mundo se refiere a él, ha amenazado con que si no le hacen caso, hará todo lo posible por ir cesando a todos los directivos.
Y la otra gran aerolínea británica, Virgin Atlantic, propiedad de, entre otros, Richard Branson, ha pedido ayudas estatales para todas ellas. Petición que no ha sido muy bien recibida por el Gobierno. Grant Shapps, ministro de Transportes, declaró que mantiene conversaciones con el sector para garantizar que funcione una vez superada la pandemia, pero deben ser los accionistas de las aerolíneas quienes deben poner de su parte. “No es correcto que en los buenos tiempos se beneficien y en los malos el contribuyente tenga que asumir el coste«.
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