La española Elena Checa ha trabajado durante 15 meses en resolver la multitud de problemas para estabilizar el avanzado láser de rayos ultravioleta que viaja en Aeolus.
No cabe la menor duda de que poner a punto un satélite es el resultado del esfuerzo de un amplio equipo de personas. Pero la labor de la española Elena Checa, por más que ella se esfuerce en negarlo, ha sido crucial para que el satélite científico Aeolus de la Agencia Espacial Europea (ESA) se encuentre en su rampa de despegue, listo para volar al espacio pasadas las 23:00 hora peninsular de hoy miércoles, 22 de agosto, tras un retraso de 24 horas debido a los vientos reinantes sobre la base espacial de Kourou, en la Guayana francesa.
Si el despegue se desarrolla según los planes previstos, en poco más de 54 minutos, un lanzador Vega de Arianespace colocará a Aeolus en una órbita a tan sólo 320 kilómetros de altura y comenzará una de las misiones más complejas que jamás haya afrontado la ESA: atrapar y medir por vez primera los vientos a escala mundial.
Hasta ahora las mediciones de los vientos solo se podían efectuar en la baja atmósfera mediante cohetes sonda, globos y aviones, lo que únicamente permitía aportar datos de alcance local.
“Con Aeolus podremos llegar a medir la intensidad y orientación de los vientos, tornados y huracanes hasta los 30 kilómetros de altura, con lo que dispondremos de información a escala mundial”, destaca Elena Checa, la española que forma parte del programa Aeolus desde el año 2003 como ingeniera de control térmico en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial (ESTEC), en la localidad holandesa de Noordwijk.
Para poder atrapar y conocer la velocidad de los vientos que soplan alrededor de la Tierra, el trabajo de Checa ha consistido en lograr hacer realidad un instrumento láser de rayos ultravioleta de alta potencia “capaz de funcionar en el vacío del espacio mientras está sometido a condiciones ambientales extremas que no existen en la Tierra”, resalta Checa2.
«La revolucionaria tecnología láser que viaja en Aeolus es el resultado de la perseverancia de un gran número de personas que confiamos en que el satélite ofrezca los resultados que espera toda la comunidad internacional»
Es la primera vez que la ESA logra poner a punto un instrumento láser semejante. Bautizado ALADIN por la empresa italiana Leonardo ‒la responsable última de su desarrollo‒, consiste en un sofisticado instrumento de alta energía que desprende mucho calor y en el que “nuestro mayor reto ha consistido en lograr alcanzar parámetros de estabilidad muy exigentes desde el punto de vista del control térmico”, resalta Checa.
Los esfuerzos de más de una década se han centrado en “lograr transferir al espacio exterior las altas temperaturas que alcanza ALADIN ‒del tamaño de una caja de zapatos‒ sin que se deformen los 80 elementos ópticos que conforman el láser. Ese ha sido el mayor reto”.
Con un peso al lanzamiento de 1.570 kilos y del tamaño de un minibus ‒4 x 4,35 x 1,6 metros‒, la plataforma espacial ha sido fabricada por Airbus Defence and Space en su factoría de Toulouse (Francia) con la misión de proporcionar datos sobre cómo el viento influye en el intercambio de calor y humedad entre la superficie de la Tierra y la atmósfera.
Los datos globales de los vientos son lagunas que faltan para comprender el cambio climático y para obtener modelos de calidad del aire con los que mejorar las predicciones de polvo y otras partículas en el aire que afectan la salud pública.
Elena Checa insiste en subrayar que la revolucionaria tecnología láser que viaja en Aeolus es el resultado “de la perseverancia de un gran número de personas que confiamos en que el satélite ofrezca en órbita los resultados que espera toda la comunidad científica internacional”.
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