La Agencia Espacial Europea (ESA) acaba de celebrar el 10 aniversario de la estación de seguimiento espacial de Cebreros (Ávila), una de las tres que conforman la red europea de espacio profundo.
Por Juan Pons: Localizada a 77 kilómetros al oeste de Madrid y conocida en la ESA como Antena de Espacio Profundo número 2 o DSA 2 (Deep Space Antenna 2), es un enorme disco parabólico de 35 metros de diámetro, emplazado a 40 metros de altura, con un peso superior a las 620 toneladas y cuyos cimientos comienzan a 20 metros de profundidad.
La red de espacio profundo de la ESA es el imprescindible vínculo terrestre con los satélites y sondas espaciales que surcan los planetas más externos del sistema solar, a millones de kilómetros de distancia de la Tierra.
Esta red permite recibir y enviar con gran calidad, menor ruido y mayor velocidad las señales y comandos de, por ejemplo, la sonda Rosetta ─alrededor del cometa 67P-Churyumov Gerasimenko, Mars Express ─dando vueltas a Marte─, o las futuras misiones europeas BepiColombo ─que volará a Mercurio en 2017─, o JUICE ─que irá al encuentro de Júpiter en 2022.
La ceremonia de cumpleaños tuvo lugar el 24 de septiembre en la propia estación de Cebreros, con la presencia de Thomas Reiter, director de Vuelos Tripulados y Operaciones de la ESA, Álvaro Giménez, director de Ciencia y Exploración Robótica de la ESA y Valeriano Claros, antiguo director de la estación de seguimiento de Villafranca y responsable de levantar y poner en marcha la estación de seguimiento de New Norcia (Australia), la primera de espacio profundo de la agencia europea.
Cebreros y sus dos estaciones gemelas de seguimiento ─la citada de New Norcia y la de Malargüe (provincia de Mendoza, Argentina), al pie de los Andes─ son las encargadas de recibir los datos científicos captados por los exploradores espaciales, de recoger sus señales de funcionamiento y de telemetría y, al mismo tiempo, transmitir las ordenes y comandos para la continuidad de sus peregrinajes por el cosmos. Las tres grandes antenas se controlan y operan de forma remota desde el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) en Darmstadt (Alemania). Pero el funcionamiento y mantenimiento de las instalaciones españolas están a cargo de ingenieros y técnicos de ISDEFE, empresa que absorbió hace un par de años a INSA, sociedad creada por el INTA para estas labores.
Cebreros, punto clave
La principal ventaja de Cebreros es que allí no hay interferencias eléctricas, una condición fundamental cuando se trata de efectuar el seguimiento de sondas exploratorias que navegan a millones de kilómetros de distancia de la Tierra y cuyas señales llegan muy debilitadas a nuestro planeta. El hecho de haber sido una antigua estación de seguimiento de la NASA supuso que ya existían los edificios, las conducciones de cableado, las carreteras de acceso y las conexiones a la red eléctrica, todo lo cual conllevo una notable reducción de inversiones, “lo que resultó decisivo para que la Agencia Espacial Europea se decidiera por Cebreros”, asegura el español Valeriano Claros. Claros fue durante muchos años el representante de la ESA en España.
Finalmente, el desembolso fue de 22 millones de euros y su construcción se llevó a cabo en un tiempo récord: las obras comenzaron en la primavera de 2004 y en poco más de dos años Cebreros ya estaba en servicio.
De la NASA a la ESA
La estación de seguimiento espacial de Cebreros formó parte de la red mundial de estaciones de espacio profundo del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA durante más de 20 años. Levantada entre 1960 y 1962 bajo la designación oficial de Deep Space Station 62 (DSS 62), Cebreros tenía la misión de efectuar el seguimiento de las sondas estadounidenses Viking ─enviadas a Marte en 1975─ y Pioneer, lanzadas entre 1958 y 1978 para la exploración del Sol, Júpiter, Saturno y Venus.
La última misión de la NASA en que participó Cebreros fue el seguimiento de la sonda europea Giotto, enviada al espacio en 1985 para encontrarse con el cometa Halley. A partir de entonces y poco a poco, la agencia estadounidense perdió su interés por Cebreros y, en 1986, decretó su cierre y entrega al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Abandonada y desmantelada desde entonces, el gobierno español cedió su utilización a la ESA por espacio de 75 años, que la rehabilitó y reinauguró a finales de 2005.
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