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Espacio

Los satélites de la NASA que estudian la fauna oceánica

Localización de varias especies de animales del proyecto de la NASA Internet of Animals.

El proyecto Internet of Animals rastrea los movimientos de los animales gracias a información por satélite.

Morgan Gilmour, científica del Centro de Investigación Ames de la NASA, en el Silicon Valley californiano, realiza estudios de ecología y conservación marinas a partir de datos recogidos por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) de animales equipados con marcas de identificación. El atolón de Palmyra, una zona marina protegida de Estados Unidos, es dónde realiza su trabajo. El atolón, un conjunto de unas 50 pequeñas islas en el corazón tropical del Océano Pacífico, rebosa vida de todo tipo. Analizando los movimientos de delfines, atunes y otras criaturas, Gilmour y sus colaboradores pueden ayudar a evaluar si los límites de la zona marina protegida que rodea el atolón protegen realmente a las especies que pretenden, o si es necesario modificar sus límites.

El equipo del proyecto, puesto en marcha en 2020 por The Nature Conservancy y sus socios -el USGS, la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) y varias universidades-, colocó marcas de identificación en Palmyra en 2022, cuando Gilmour era científica del USGS. Ahora, la NASA, aprovecha los datos para un estudio en el marco del proyecto Internet of Animals de la agencia. Combinando la información transmitida por las etiquetas con datos sobre el planeta recogidos por satélites -como Aqua, de la NASA, GOES (Geostationary Operational Environmental Satellite), de la NOAA, y Jason-3, de EE.UU. y Europa-, los científicos pueden trabajar con sus socios para extraer conclusiones que sirvan de base a la gestión ecológica. «Nuestro trabajo en Palmyra fue extraordinariamente exhaustivo», afirma Gilmour. «Seguimos los movimientos de ocho especies a la vez, además de sus condiciones ambientales, e integramos proyecciones climáticas para entender cómo puede cambiar su hábitat. Donde los estudios suelen seguir dos o tres tipos de aves, nosotros añadimos peces y mamíferos marinos, además de datos sobre el aire y la columna de agua, para obtener una imagen tridimensional de la zona marina protegida.»

Ahora, el equipo de la NASA ha introducido esos datos en un modelo de distribución de especies que combina la información de seguimiento de la fauna salvaje con datos medioambientales procedentes de satélites, como la temperatura de la superficie del mar, la concentración de clorofila y la velocidad de las corrientes oceánicas. El modelo puede ayudar a los investigadores a entender cómo utilizan sus hábitats las poblaciones animales y cómo pueden cambiar a medida que cambia el clima. La investigación en el atolón de Palmyra es sólo un ejemplo del trabajo de los científicos de Internet of Animals. Otro ejemplo del uso de estas tecnologías sería el deClaire Teitelbaum, investigadora del Bay Area Environmental Research Institute de la NASA Ames, que estudia la gripe aviar en aves acuáticas silvestres y cómo sus movimientos pueden contribuir a la transmisión del virus a las aves de corral y otros animales domésticos.