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Especial 50 Años llegada del hombre a la Luna

El general Bautista y el comandante Ripoll, los grandes olvidados del 50 aniversario del Apolo 11

Un ingeniero aeronáutico del Ejército del Aire y un ingeniero de armamento del Ejército de Tierra asumieron  altas responsabilidades en el seguimiento de la misión Apolo 11.

En cada importante aniversario de la llegada de los primeros seres humanos a la Luna es habitual buscar los recuerdos que permanecen en la memoria de los ingenieros y técnicos españoles que contribuyeron al éxito de la misión Apolo 11.

Dos militares españoles ocupaban entonces altas responsabilidades en la aplicación de los acuerdos que los gobiernos de España y la administración Eisenhower habían contraído en el campo espacial. Eran el entonces teniente coronel Manuel Bautista Aranda y el comandante Andrés Ripoll Muntaner, el primero ingeniero aeronáutico del Ejército del Aire y el segundo perteneciente al Cuerpo de Ingenieros de Armamento del Ejército de Tierra.

Ahora, cuando se cumple el 50 aniversario de la llegada de Neil Armstrong y “Buzz” Aldrin a la superficie lunar, ya no es posible contar con las palabras, las vivencias ni las anécdotas de Manuel Bautista Aranda (1926-2015), ni tampoco de Andrés Ripoll Muntaner (1933-2017), que de forma directa estuvieron vinculados con la NASA, el Jet Propulsion Laboratory (JPL) y la misión Apolo 11.

Junto a ellos unos jóvenes Luis Ruiz de Gopegui, físico y director de la Estación de Seguimiento de Fresnedillas y el ingeniero de telecomunicaciones Valeriano Claros, que se encontraba en la Estación Espacial de Maspalomas (Gran Canaria).

En la Estación de Robledo de Chavela observaban los paneles de control Carlos Gonzalez Pintado, encargado del seguimiento y las comunicaciones con el Apolo 11, y José Manuel Grandela, radiotelegrafista, y muchos españoles más. Todos ellos superan hoy los 70 años ‒Ruiz de Gopegui rebasa los 90‒, cuando hace medio siglo supervisaban los movimientos de la primera misión espacial tripulada que iba a posarse sobre la Luna.

Tanto Bautista como Ripoll fueron cargos muy importantes en el ámbito espacial nacional y europeo. Manuel Bautista alcanzó el empleo de general de Brigada y llegó a ser director general de INTA entre 1984 y 1988. Andrés Ripoll abandonó el Ejército con el empleo de comandante y fue el primer director de la Estación de Seguimiento de Satélites de Villafranca del Castillo (Madrid) ‒hoy Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC)‒ y en 1988 fue el fundador y primer director del Centro Europeo de Astronautas con sede en Colonia (Alemania), uno de cuyos alumnos fue el hoy ministro de Ciencia en funciones, Pedro Duque.

¿Cuál fue el papel de cada uno de ellos en el proyecto Apolo y en la misión Apolo 11?

La primera relación del teniente coronel Bautista con los asuntos espaciales se produjo a principios de la década de los 60, cuando fue nombrado representante del INTA en la Estación de Seguimiento de Satélites que la NASA había instalado en Maspalomas (Gran Canaria) para apoyar los vuelos tripulados del programa “Mercury”, la etapa previa al proyecto Apolo.

En enero de 1963, junto con un equipo de técnicos norteamericanos, participó en la búsqueda de los emplazamientos más idóneos para levantar tres centros de seguimiento espacial en el centro de España. Uno se localizó en Robledo de Chavela (Madrid), otro en Cebreros (Ávila) y un tercero en Fresnedillas (Madrid). A partir de ese momento, se encargó de coordinar los trabajos para su construcción y puesta en funcionamiento, que se produjo en 1965, 1966 y 1967, respectivamente.

Entre 1965 y 1972 fue designado por el INTA como el codirector español del Complejo de Comunicaciones de Espacio Profundo de la NASA de Madrid (MDSCC) bajo la gestión del JPL, por lo que a lo largo de todo el programa Apolo, y en concreto durante la misión Apolo 11, fue el máximo responsable español de los centros de seguimiento espaciales en España.

Manuel Bautista ingresó en julio de 1946 en la entonces Academia Militar de Ingenieros Aeronáuticos, estudios que concluyó en 1952 con el empleo de capitán del Ejército del Aire y los títulos de piloto militar e ingeniero aeronáutico.

Su primer destino fue el entonces denominado Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica (INTA), donde se dedicó a la electrónica aplicada. En 1956 fue enviado a ampliar estudios a la Escuela Técnica Superior de Múnich (Alemania), donde permaneció tres años y estuvo de becario en las empresas Rohde & Schwarz, Siemens y Lorenz. A su vuelta a España regresa al INTA, a la vez que ejerció la docencia como profesor de electrónica y radar en la ya Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos.

Como codirector del complejo espacial del JPL en España, una de sus misiones era relevar de forma progresiva a los técnicos norteamericanos con personal español cualificado, lo que se prolongó hasta 1972. Ese año fue designado director de la red MDSCC de la NASA en España, cargo que desempeñó hasta enero de 1984, cuando con el empleo de coronel fue nombrado director general del INTA. En 1987 fue ascendido a general de Brigada y mantuvo su cargo en el Instituto hasta abril de 1988, en que cesó al pasar a la situación de reserva.

La carrera de Andrés Ripoll difiere sustancialmente. En julio de 1969 era el subdirector de Fresnedillas y el jefe de Operaciones y Mantenimiento, cargo que había alcanzado por ser el único ingeniero español con conocimientos acreditados en Estados Unidos sobre misiles tierra-aire y contar con experiencia directa en el lanzamiento y seguimiento de misiles.

En 1952, con 19 años, ingresó como cadete de artillería en la XI promoción de la Academia General Militar de Zaragoza, continuó sus estudios en la Academia de Artillería de Segovia y a finales de 1956 ascendió a teniente de Artillería. En septiembre de 1957 ingresó en la Escuela Politécnica Superior del Ejército, donde cursó estudios de metalurgia, balística, pólvoras y explosivos, electricidad y electrónica, automoción y fabricación de armamento durante siete años y salió como número uno de su promoción del Cuerpo de Ingenieros de Armamento.

En octubre de 1964 fue destinado al Taller de Precisión y Centro Electrotécnico de Artillería (Madrid), pero su vida dio un vuelco total cuando fue enviado al Regimiento de Artillería Antiaérea nº 74 (Jerez de la Frontera), la unidad del Ejército que iba a recibir los primeros misiles tierra-aire Hawk. En 1965 se le designó para asistir al curso de capacitación y mantenimiento de los citados misiles en Fort Bliss (Texas), situado junto al Centro Marshall de Vuelos Espaciales que dirigía el famoso ingeniero alemán Wernher von Braun, el padre del lanzador Saturno V.

En 1969 fue ascendido a comandante y vuelto a destinar al Taller de Precisión, donde solicitó permiso oficial para participar desde Fresnedillas en el seguimiento de la misión Apolo 11. Adquirió la situación de supernumerario y se especializó en técnicas de investigación del espacio y control de vuelos espaciales e investigación operativa. Colaboró con la Agencia norteamericana en el resto de programas Apolo, Apolo-Soyuz y Skylab y en 1979 se retiró de forma voluntaria del Ejército e ingreso en la ESA en 1975, donde permaneció como alto directivo hasta su jubilación en 1992.

Ambos ya desaparecidos, los militares e ingenieros Manuel Bautista y Andrés Ripoll merecen ser recordados como los pioneros españoles de las instalaciones espaciales en España y por su contribución al éxito de la llegada de los primeros hombres a la Luna.