En la industria de la aviación, la formación de los profesionales no es solo una cuestión de eficiencia operativa, sino también de seguridad y confianza. Se trata de una responsabilidad crítica ligada al bienestar y la experiencia de miles de pasajeros cada día.
Por Virginia Chumillas Olmo, directora ejecutiva de aviación en NTT DATA

Tripulantes de cabina, técnicos de mantenimiento o el personal de asistencia en tierra desempeñan funciones que requieren de una preparación rigurosa, actualizada y altamente especializada. Y aquí entra la pregunta: ¿estamos formando a estas personas con las herramientas adecuadas para responder a un entorno cada vez más complejo e impredecible.
Lo que está claro es que, para conseguir una formación integral, también es necesario estudiar casos reales y ver los desafíos a los que se enfrentan los equipos a diario. Muchos profesionales consideran que, en especial en gestión de emergencias, la formación resulta insuficiente o poco representativa de las condiciones y escenarios reales.
En este sentido, las tecnologías inmersivas están revolucionando los métodos tradicionales de enseñanza, ofreciendo experiencias de aprendizaje más dinámicas, personalizadas y eficaces. La realidad virtual (VR) y, la inteligencia artificial (IA) son algunas de las herramientas que están transformando los procesos formativos en todos los niveles del sector aéreo.
Uno de los principales avances ha sido la posibilidad de recrear entornos de aviación completos (y complejos) como cabinas, hangares o pistas de aterrizaje mediante simulaciones virtuales de alta precisión. Espacios y actividades que antes exigían equipos físicos costosos, logísticas complejas y largos tiempos de preparación, como simulacros de evacuación, actuación ante emergencias médicas o protocolos de seguridad en tierra, ahora pueden realizarse en entornos digitales hiperrealistas. Esto responde directamente a una necesidad señalada por profesionales en activo: ofrece margen para entrenar con libertad, adaptando el ritmo al nivel individual y permitiendo iteraciones ilimitadas sin riesgo.
Las tecnologías inmersivas están revolucionando los métodos tradicionales de enseñanza, ofreciendo experiencias de aprendizaje más dinámicas, personalizadas y eficaces.
Contar con estas herramientas permite a los profesionales repetir procedimientos tantas veces como necesiten, ajustar el nivel de dificultad en función de su progreso e incorporar retroalimentación en tiempo real. El aprendizaje se vuelve así más flexible, accesible desde cualquier lugar y menos dependiente de los recursos físicos, sin perder rigurosidad ni profundidad técnica.
Además, la familiaridad con estos entornos virtuales reduce el estrés del personal ante simulacros complejos y permite practicar reacciones ante situaciones críticas que, en condiciones reales, serían demasiado peligrosas o imposibles de reproducir. Esto refuerza no solo la preparación técnica, sino también la capacidad emocional y de respuesta ante escenarios adversos.
Además, la IA, añade una capa de personalización sin precedentes. Mediante el análisis de desempeño de cada alumno, los sistemas basados en esta tecnología pueden detectar áreas de mejora y proponer rutas de aprendizaje ajustadas a su nivel. En esta línea, los asistentes virtuales acompañan a los usuarios durante los entrenamientos, resolviendo dudas, indicando los pasos a seguir y promoviendo un aprendizaje mucho más autónomo.Desde el punto de vista del formador, estas herramientas también ofrecen ventajas porque permiten automatizar evaluaciones, identificar patrones de error y mejorar los contenidos de manera continua en función del rendimiento global.
Otra tecnología que destaca es la gamificación, la cual contribuye de forma decisiva a aumentar la motivación y el compromiso. A través de dinámicas como puntuaciones, desafíos, rankings o recompensas, esta tecnología convierte el aprendizaje en una experiencia motivadora, basada en dinámicas similares a las que encontramos en entornos digitales cotidianos. También fomenta la colaboración y permite simular situaciones de presión controlada, especialmente útiles en roles que operan bajo condiciones críticas, como el personal en tierra durante las maniobras aeroportuarias.
En resumen, las tecnologías inmersivas han demostrado mejorar la retención del conocimiento, acelerar los procesos de aprendizaje y reducir errores en tareas de alta exigencia. Por supuesto, no sustituyen la formación tradicional, pero la complementan y amplifican, permitiendo que el aprendizaje sea más eficaz, continuo y centrado en las personas. La clave del éxito está en que los expertos en tecnología trabajen de la mano con las aerolíneas, centros de formación y organismos reguladores para desarrollar soluciones que respondan a las verdaderas necesidades del sector.
Formar mejor no solo significa operar de forma más eficiente, sino volar de forma más segura y, sobre todo, más humana.





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