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Operation Eagle Claw: uno de los mayores fracasos del Pentágono

Anochecía en el Golfo Pérsico. Eran las 19:30 horas del 24 de abril de 1980, a bordo del portaaviones USS Nimitz, cuando 8 helicópteros RH-53D despegaban con destino secreto. Había comenzado la Operación Eagle Claw.

El objetivo de la misión era el rescate de 53 diplomáticos secuestrados por el régimen del Ayatollah Jomeini, después de que una masa de estudiantes asaltasen la embajada norteamericana el 4 de noviembre de 1979.

Se trataba de una operación sumamente compleja que llevaba preparándose más de cinco meses. A pesar de los medios que se implicaron y la planificación, el intento terminó en tragedia, con la muerte de 8 militares norteamericanos, una enorme pérdida de prestigio de Estados Unidos en Medio Oriente, y según algunos comentaristas, el certificado de defunción de la administración Carter, que perdió las siguientes elecciones, en noviembre de ese mismo año.

La misión contemplaba la inserción de una Delta Force en las afueras de Teherán, con el fin de llegar hasta la embajada norteamericana y liberar a los 53 rehenes en poder de un número indeterminado de radicales iraníes. El grupo debería trasladarse al estadio de Amijadieh, cercano a la embajada para su extracción a bordo de 4 helicópteros. Mientras que otro grupo se dirigiría al Ministerio de Asuntos Exteriores para rescatar a los rehenes allí situados y serían extraídos en un punto cercano a bordo de 2 helicópteros.

La complejidad residía en la distancia y en la precisión de todos los elementos implicados. Se decidió repostar en una base improvisada en el desierto, llamada Desert One, y desde allí evacuar hasta la base aérea de Manzariyeh, que previamente debía haber sido tomada por una fuerza de 100 Ranger. Desde allí, dos C-141, uno de ellos medicalizado, llevaría a los rescatados a territorio amigo.

Los helicópteros no tenían suficiente alcance, por lo que debían ser abastecidos por 3 EC-130, mientras que otros tres MC-130, debían llevar a la Fuerza Delta hasta el Punto de encuentro Desert One. Los militares habían determinado que el número mínimo de helicópteros para realizar la misión era de seis.

Durante el viaje desde el USS Nimitz a Desert One, los helicópteros se encontraron con una fuerte tormenta de arena. Uno de los helicópteros se vio obligado a dar media vuelta por fallos técnicos, otro tuvo que efectuar un aterrizaje forzoso. Sus tripulantes fueron rescatados, y un tercer helicóptero mostró fallos en el rotor, ya en Desert One, por lo que se dio la orden de abortar la misión.

Es entonces cuando durante la operación de los helicópteros en tierra, prácticamente sin visibilidad debido a la arena que levantaban los rotores, uno de los RH-53 colisiona con un Hercules. La explosión mata a ocho militares, tres marines y cinco de la Fuerza Aérea. Las fotografía de los aviones destruidos y los cuerpos calcinados de los militares darían la vuelta al mundo, y desatarían una campaña en Irán hablando de la “ira de Dios” sobre Norteamérica.

Se planificó otra misión de rescate, igualmente compleja, pero finalmente, no se llevó a cabo. Mucho se sigue discutiendo sobre esta operación, y si fue una buena decisión el abortarla. El hecho es que Estados Unidos no fue capaz de rescatar a sus diplomáticos, que fueron devueltos el 20 de enero del año siguiente, minutos después de la terminación de la administración Carter, con Ronald Reagan ya como presidente.

PUBLICADO EN EL BLOG SHAPINGUPFUTURE