Boeing ha incorporado la tecnología de los drones a las pruebas de certificación del Boeing 737 MAX.
Las posibilidades de los drones para captar imágenes «diferentes» son infinitas y cada día se encuentran nuevas aplicaciones.
Sí ya desde hace meses aerolíneas como Easyjet y fabricantes como Airbus los usan para inspeccionar aviones tras las revisiones, ahora Boeing los ha usado para capturar desde más ángulos el patrón de dispersión del agua cuando esta inunda la pista y un avión pasa por encima de esa «piscina» en su carrera de despegue o aterrizaje.
El rodar sobre una superficie encharcada con al menos 22 milímetros de profundidad es una prueba obligatoria para la certificación de cualquier avión con el fin de comprobar que el agua que levanta las ruedas no entra en los motores y los apaga.
Boeing ha llevado a cabo en sus instalaciones de Glasgow (Montana) la primera de estas pruebas con el B-737 MAX 8, en las que solo se ha hecho pasar sobre el agua una de las patas del tren principal. Con esta prueba se comprueba que el agua no afecta al APU colocado en la cola, y principalmente a la nueva compuerta que abre y cierra el paso del aire a este motor.
Posteriormente la realizarán con las tres patas pasando por el agua, tanto con los motores ofreciendo empuje hacia delante como con las reversas de empuje activadas.
Para el análisis de la prueba esta se filma desde diversos puntos, y en este caso el dron ha sustituido al helicóptero que toma imágenes desde la vertical del avión. Las ventajas son muchas: una el precio, y otra la seguridad de que el chorro de aire enviado hacia abajo por las palas del rotor del helicóptero o rotores del dron, no afecta a la dispersión del agua levantada por las ruedas.
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