A finales de 1944, cuando la Segunda Guerra Mundial ya tenía un claro final, los principales países se reunieron en Chicago para establecer cómo sería la aviación comercial desde ese momento.
La Convención Chicago marcó un antes y un después en el mundo. La aviación comercial pasó de ser una aventura a una industria altamente regulada y protegida por los estados. En esta reunión en la que participaron delegados de 52 países y se desarrolló del 1 de noviembre al 7 de diciembre de 1944, se firmo el denominado Convenio Sobre Aviación Civil Internacional, el cual incluía 12 anexos que hacían referencia a temas específicos, dando una serie de guías para una aplicación de criterios comunes. Estos anexos, con el paso de los años y nuevas reuniones se han convertido ya en 19.
En esta misma convención se decidió la creación de una agencia supranacional, bajo el control de Naciones Unidas, que fuese la encargada estudiar los problemas de la aviación civil en todo el mundo y promover los reglamentos y normas. Esta agencia se denominó Organización de Aviación Civil Internacional (OACI, o ICAO si se usan las siglas en inglés).
OACI ya había tenido antecedentes como la Comisión Internacional de Navegación Aérea (ICAN), cuya primera reunión fue ya en 1903, y que se disolvió en 1945.
OACI se estableció inicialmente como la Organización Provisional de Aviación Civil Internacional (PICAO por sus siglas en inglés), pendiente de que 26 países ratificasen el convenio, lo que se cumplió el 5 de marzo de 1947. Un mes más tarde, el 4 de abril, PICAO se convirtió en ICAO/OACI y en octubre pasó a ser tutelada por Naciones Unidas.
Para celebrar los 75 años de este hito mundial, la Sociedad Aeronáutica Española (SAE), organizó una jornada donde se analizaron diversos aspectos relacionados con el mismo.
La primera de las conferencias fue impartida por José Manuel Hesse, director de operaciones de INECO y miembro de la directiva de la SAE. Realmente Hesse leyó la conferencia que debía haber dado el conocido historiador aeronáutico Luis Utrilla, al que un compromiso de última hora en su trabajo diario en el aeropuerto de Málaga le impidió acudir a Madrid donde se celebró el acto.
Utrilla, o “Dios” como le llamó Hesse al explicar el “cambio” de conferenciante, trató principalmente sobre la delegación española a la conferencia. Cómo se organizó, quién la compuso, cómo se viajó a Chicago, y su participación.
María Jesús Guerrero, catedrática de Derecho mercantil en la universidad Pablo de Olavide de Sevilla fue la segunda de las oradoras, tratando sobre “El Convenio de Chicago: Pieza clave del derecho aéreo”.
Guerrero hizo un análisis crítico desde el punto de vista jurídico del Convenio, destacando sus faltas. Asi por ejemplo señaló que en el mismo no se hacía ninguna mención expresa a los fines de OACI, y destacó la dificultad para realizar cambios en el mismo.
Sobre esto citó el Artículo 94, que reza en su apartado A: “Toda enmienda que se proponga al presente convenio deberá ser aprobada por voto de dos tercios de la asamblea y entrará en vigor con respecto a los estados que la hayan ratificado cuando la ratifique el número de estados contratantes fijado por la asamblea. Este número no será inferior a dos tercios del total de estados contratantes”.
Y como ejemplo indicó la introducción al artículo 83 bis que permite traspasar la función de control estatal del estado de matrícula al estado del operador. Su reforma se adoptó por unanimidad en 1980. No entró en vigor hasta 1997 cuando se alcanzó el número establecido de países firmantes, y hoy en día todavía hay 17 países donde no se aplica al no haberla firmado. OACI está formada hoy por 192 países.
También denunció que por ejemplo, pese a ese conocido “el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento”, la autoridad está obligada a permitir un acceso libre a las leyes para que se puedan conocer, y que en el caso de OACI, cuando se trata de acceder a los anexos en su web se remite a una tienda para adquirirlos.
A continuación tomó la palabra Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas, que trató sobre la realidad del Convenio de Chicago en el desarrollo del transporte aéreo.
Comentó aspectos como el control gubernamental. En los acuerdos entre países, los gobiernos se ponían de acuerdo para establecer el número de frecuencias y oferta de plazas en cada ruta entre los dos países, y como las aerolíneas de bandera (estatales) se repartirían los ingresos en cada ruta; el nacimiento de los vuelos chárter, y la llegada de los acuerdos de cielos abiertos que hoy cada día son más comunes.
Gandara terminó dando algunos datos sobre la liberalización a nivel mundial y las grandes diferencias entre cada zona del mundo; y sobre las regulaciones de algunos países para la propiedad de sus aerolíneas nacionales por parte de empresas de otros países.
Finalmente Almudena Salvadores, directora adjunta de la Oficina de la Presidencia, Regulación y Políticas Públicas de Aena habló de la evolución del gestor aeroportuario español para pasar desde el control de los aeropuertos por el Ministerio del Aire hasta hoy en día en que es el primer gestor mundial de aeropuertos por número de viajeros y el segundo por capitalización, gestionando 69 aeropuertos en seis países de Europa y América.
El cierre de la jornada estuvo a cargo de Isabel Maestre, directora general de AESA que abogó por un compromiso general para afrontar los retos de la aviación como por ejemplo la gestión de la innovación, la ciberseguridad o los drones.
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