14 meses después de la última entrega, la FAA ha autorizado que Boeing vuelva a entregar el B-787.
Cerca de 120 aviones Boeing 787 se han ido acumulando a lo largo de 14 meses desde que la FAA ordenó al fabricante detener las entregas del bimotor B-787 por diferentes problemas de producción detectados en los meses anteriores.
Ente los problemas, huecos entre piezas fuera de tolerancia que hay que rellenar, piezas de titanio que hay que sustituir ya que no presentaban la resistencia estructural adecuada, parabrisas que un nuevo suministrador no había probado adecuadamente; y suministradores de segundo nivel (lo que en Airbus llaman Tier 2) que entregaban componentes fuera de especificaciones sin que ello fuese detectado.
Después de la debacle para la FAA del Boeing 737 MAX, cuando se demostró que sus inspectores no supervisaron adecuadamente al personal de Boeing ni revisaron adecuadamente la documentación que se les entregaba, la FAA decidió demostrar que sabía hacer esas cosas y endureció su forma de trabajar.
Como consecuencia de ello, fue la orden a Boeing de no entregar más B-787 hasta que presentase un plan adecuado para revisar y reparar (si es preciso) los aviones pendientes de entrega, y organizar nuevos sistemas de control de calidad para asegurarse que los problemas no se repiten, pese a que se consideraba que ninguno de ellos suponía una amenaza directa a la seguridad.
Tras varios planes rechazados, el viernes 29 de julio, la FAA aceptó el plan propuesto por Boeing, lo que permitirá retomar rápidamente las entregas, si bien, por el momento, la FAA supervisara directamente todos los trabajos y el propio proceso de entrega +hasta que quede perfectamente demostrado que el personal de Boeing lo hace adecuadamente.
La suspensión de las entregas le ha costado a Boeing más de 3.500 millones de dólares. Durante este tiempo, Boeing ha reducido la cadencia de producción del B-787 de 14 al mes a cinco ejemplares primero y después a dos.
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