Francia y Alemania acaban de anunciar los primeros contratos para el FCAS (Future Combat Air System), dejando atrás a España. Mal empezamos.
La decisión del Gobierno español de que Indra fuese el “contratista de referencia español” puede tener algo que ve en esto. La mala relación con Airbus, seguro que también está detrás…
Pero no parece que ninguna de ambas afirmaciones sea cierta. En los programas europeos, cada país debe tener bien claro que es lo que quiere conseguir, y hasta donde quiere apostar. La industria y la administración deben diseñar un plan a quince o veinte años vista, y detrás debe estar el soporte gubernamental y el compromiso industrial. En España tenemos poca costumbre en llegar a acuerdos a largo plazo, y a seguirlos y respetarlos.
La dimensión de nuestra industria y las posibilidades que nos abre un programa como el FCAS, bien hubiera merecido un “chiringuito” entre administración y empresas para hacer un mapa de carencias y potencialidades, de necesidades, y sobre todo, unos objetivos de lo que queremos conseguir para nuestra industria (se puede también leer nuestro país), con lo que se podría “dibujar” el camino a seguir.
En España no somos de hacer planes a largo plazo, pero la industria aeroespacial se asienta en decisiones «long term», por lo que o cambiamos o probablemente siempre nos mantendremos como una industria marginal, como un quiero y no puedo, aunque no nos falte talento, ni potencial.
La decisión primordial es simplemente si queremos tener industria. No basta con decir que si. La respuesta afirmativa conlleva acuerdos entre industria y administración, planes estratégicos, inversiones y compromisos por ambas partes a muy largo plazo. Eso debe extrapolarse a la industria aeroespacial y de defensa, con la componente geoestratégica que tiene. Porque además de lo anterior, hay que tener una política externa bien definida y clara, por encima de partidos y caudillismos.
Cierto es que España no cuenta con una industria del tamaño de la francesa o la alemana, pero es que además nos falta el plan, la visión, y parece que la voluntad para apoyarnos en lo ya conseguido, que no es poco, para elevarnos al siguiente nivel. Por eso, no debe extrañarnos que Francia y Alemania tiren “palante”, sin ni siquiera acordarse de que tienen un socio más pequeño, pero con el que deben de contar.
«La decisión primordial es simplemente si queremos tener industria. No basta con decir que si. La respuesta afirmativa conlleva acuerdos entre industria y administración, planes estratégicos, inversiones y compromisos por ambas partes a muy largo plazo.»
Somos más pequeños, y por eso debemos hacer más ruido, ser más impertinentes y estar presentes en todos los rincones. Debemos recordar a nuestros socios de referencia que estamos ahí y luchar hasta el final por tal o cual paquete de trabajo. La administración debe estar dispuesta a poner el capital necesario, porque ese capital, en este tipo de proyectos, se multiplica y devuelve lo invertido en forma de impuestos, empleo de calidad, empresas, tecnología, exportaciones.
La falta de decisiones, de visión, de proyecto a futuro, nos pasará una factura a largo plazo cuyo coste es difícil de precisar. Lo que está claro es que nadie nos va a regalar nada. Tendremos que lucharlo, y las armas son nuestra industria, nuestro talento, nuestra capacidad de organizarnos, y hasta donde esta dispuesto a llegar nuestro gobierno para defender nuestra posición. Cuando falla algunos de los elementos, pasa lo que está pasando.
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