La sonda europea finalmente se ha estrellado, pero ha enviado a la Tierra tal volumen de datos e imágenes que la comunidad científica internacional tardará décadas en analizarlos.
(Juan Pons).- A las 13:39 hora peninsular del 30 de septiembre se recibió en el Centro de Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) de Darmstadt (Alemania) la señal de que la sonda Rosetta está apagada, lo que confirmó el impacto, justo una hora antes, contra la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko “Chury”.
En enlace directo con el ESOC, los más de 200 invitados presentes en el Centro Europeo de Astronomía Espacial de Villanueva de la Cañada (Madrid) ─sede de la Agencia Espacial Europea (ESA) en España─, han irrumpido en aplausos y felicitaciones al conocer la noticia y ver en directo los momentos de emoción que se vivían entre el equipo de controladores que ha dirigido desde Darmstadt la trayectoria final de descenso de Rosetta.
Claramente emocionado, Miguel Pérez Ayúcar, coordinador jefe del grupo de operaciones científicas y planificación de Rosetta, explicó a un entregado auditorio que el trágico final de Rosetta tiene varios motivos. Uno de ellos es que “la sonda llevaba 12 años de navegación por el espacio y ya era vieja, y eso lo notamos quienes trabajamos diariamente con ella”. “Además, ─recalcó Pérez Ayucar─ se encontraba ya tan lejos del Sol, que los paneles solares no podían generar potencia suficiente para hacer funcionar todos los instrumentos, y dentro de unos días ni siquiera hubiésemos podido operar el satélite”.
El técnico español recordó a los presentes poco antes del impacto que llevar a Rosetta hasta la superficie de 67P ha presentado importantes riesgos: “el cometa está continuamente eyectando polvo y eso es un peligro”. Hay que recordar que en mayo de 2015, las emanaciones del cometa hicieron que se perdiera el contacto con Rosetta durante más de 24 horas. Sin embargo, prosiguió, “en el descenso vamos a captar imágenes desde muy cerca y recoger datos de tres fosas con eyecciones de polvo y gas, en cuyas paredes aparecen restos que pueden facilitar la comprensión del origen de la formación del sistema solar”. Y es que, de los 11 instrumentos que viajaban en la sonda de la ESA, 7 han funcionado hasta el último momento y enviado sus datos a la Tierra. Por ejemplo, la cámara de alta resolución OSIRIS ha tomado imágenes durante el descenso a 16, 11,7 y 8,9 kilómetros de altura, algo jamás logrado.
Rafael Rodrigo, científico del Centro de Astrobiología del INTA y el CSIC, que ha trabajado en los instrumentos OSIRIS y Giada ─con gran aportación de la industria española─, ha recalcado que “con la perdida de Rosetta se da fin a la misión, pero la ciencia de Rosetta acaba de empezar”.
Un muy emocionado Patrick Martin, máximo responsable de la misión, ha asegurado ante las cámaras que retransmitían el evento en directo a todo el mundo que “todo lo que ha recogido Rosetta pasará a la historia y será utilizado por la próxima generación de científicos e ingenieros de todo el mundo”.
Javier Ventura-Traveset, asesor del director de Ciencia de la ESA ─el español Álvaro Giménez─ ha recordado que la sonda europea ha viajado por el espacio durante 12 años, 6 meses y 28 días, ha recorrido 7.900 millones de kilómetros, ha efectuado más de 21.000 observaciones científicas y tomado más de 16.650 imágenes. “Los excepcionales datos que ha aportado van a formar parte de la historia de la exploración espacio y de la Agencia Espacial Europea”.
El destino final de Rosetta quedó sellado el jueves, 29 de septiembre, a las 22:52 horas, cuando desde ESOC se envió un telecomando para que la astronave pusiera rumbo de colisión con el cometa.
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