La nueva etapa se inaugura el presente año con la misión Luna 25 ‒también conocida como Luna-Glob y que se posará cerca del polo sur para tomar muestras de regolito con un brazo robótico.
La última de las misiones soviéticas a Selene fue Luna 24, que se remonta nada menos que 43 años atrás, ya que fue lanzada al espacio el 9 de agosto de 1976. Era una nave espacial dotada con una taladradora que penetró en el subsuelo lunar hasta 120 centímetros, tomó 170,1 gramos de muestras de regolito ‒que luego se dataron en alrededor de 300 millones de años‒, despegó al día siguiente y aterrizó en territorio soviético el 23 del mismo mes.
Sobre la base del legado de conocimientos adquiridos durante la existencia de la Unión Soviética, el actual Programa Federal del Espacio de Rusia para 2016-2025 incluye tres misiones lunares, todas ellas enfocadas a los polos, que ofrecen sólidas evidencias de la existencia de hielo de agua en el regolito lunar, que se podría utilizar como recurso crítico para una futura base lunar.
La nueva etapa se inaugura el presente año con la misión Luna 25 ‒también conocida como Luna-Glob‒, una sonda que incorporará un pequeño generador de radioisótopos (RTG) alimentado con plutonio-238, y que se posará cerca del polo sur para tomar muestras de regolito con un brazo robótico.
Además de la ya citada Luna 26 (Luna-Resurs) de cooperación con China, ya está aprobada Luna 27 o Luna-Resurs 2, otra sonda de descenso desarrollada en cooperación con la ESA que despegará en 2021 para estudiar el regolito lunar en el subsuelo de los polos, para lo cual la ESA aportará un taladro y un dispositivo de muestreo.
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