Tokio avanza a paso lento
El programa lunar de Japón ha sufrido y sufre numerosas demoras. Su programa más importante hasta la fecha ha sido SELENE ‒nombre de la diosa griega de la Luna, cuyo lanzamiento al espacio data del 14 de septiembre de 2007. Su principal aportación a la ciencia ha consistido en que descubrió la presencia de uranio en la superficie lunar.
Equipada con 15 instrumentos científicos, sus tareas consistían en efectuar un estudio del origen y evolución de la Luna, la distribución de sus elementos y minerales en la superficie y el subsuelo, medir su campo magnético, así como las partículas energéticas y plasma que rodean la Luna.
También conocido como Kaguya ‒la princesa de un cuenta popular japonés‒, el satélite llevaba asociados dos micro satélites de 50 kilos, uno para medir el campo gravitatorio y la presencia de iones y otro para servir de relé entre el orbitador principal y la Tierra. Su misión concluyó el 10 de junio de 2009 cuando los técnicos japoneses la estrellaron de forma controlada contra la Luna.
La Agencia de Exploración Espacial de Japón (JAXA) tenía en desarrollo SELENE 2, pero finalmente la desechó y se inclinó por una misión denominada SLIM ‒acrónimo de Smart Lander for Investigating Moon‒ planteada como low cost y prevista para 2021. SLIM se posará cerca del ecuador lunar con una precisión inferior al centenar de metros, gracias a que contará con sistemas de navegación basados en avanzados sensores radar y óptica de última generación sensibles.
Una segunda novedad de SLIM consiste en que utilizará un tren de alunizaje denominado “horizontal” que, según los ingenieros japoneses, “le debe permitir posarse sobre pendientes pronunciadas”. Por último, contará con una subsonda dotada con una cámara espectroscópica para filmar como tiene lugar el alunizaje.
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