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Mujeres piloto en Adventia hablan de su profesión en femenino

Raquel Ortega, Instructora de Vuelo de Adventia, durante una clase.

Una piloto e instructora de vuelo y dos alumnas de Adventia nos explican cómo viven su profesión, con un solo 5 por ciento de mujeres, en el mes de la mujer.

Sofia, es alumna del tercer curso del Grado en Piloto de Aviación Comercial y Operaciones Aéreas de la Universidad de Salamanca.  Natural de Guipúzcoa, forma parte de la nueva generación de alumnas que se están formando en la Escuela de Pilotos Adventia en Salamanca para convertirse en pilotos. En su promoción, el número de chicas son 7 frente a los 25 alumnos que conforman su clase, la igualdad con sus compañeros ha sido la tónica general desde sus inicios.

«Jamás me he sentido rechazada por ser mujer y menos por querer ser piloto» comienza Sofia, pero reconoce que «hasta ahora sí me parece que ha sido una profesión de hombres, pero diría que el número de mujeres va aumentando, aun así, dudo que este número llegue a igualarse».

La mujer piloto representa poco más del 5 % del total del personal en ejercicio y las dificultades para conciliar la vida laboral y familiar unida a la de falta de referentes femeninos hacen, que muchas descarten este trabajo como una opción viable. Es por eso que Asociaciones como Ellas Vuelan Alto y Aviadoras luchan para que las nuevas generaciones sepan que esta profesión no tiene que ver con el género.

En la Escuela de Pilotos de la Universidad de Salamanca el porcentaje de alumnas suponen un 21%. De entre sus acciones para llevar la profesión a los colegios, Adventia cuenta con programas como «Una piloto en cada aula» donde se trata de explicar desde pequeños que no hay profesiones de niños o de niñas, si no vocaciones profesionales sin distinción de sexo.

Elsa es salmantina, estudiante del Curso Integrado en Piloto de Línea Aérea, decidió cambiar su rumbo cuando se dio cuenta que no quería ser economista oyendo hablar a sus amigos, que ya estudiaban para piloto. Cada vez le empezó a gustar más la idea de dedicarse a esto en un futuro y tras meses decidiendo y estudiando el tema y opciones, cambió las operaciones contables por las operaciones en vuelo. Nos cuenta que es la mejor decisión que ha tomado hasta hoy.

Ni Sofía, ni Elsa tienen referentes familiares o cercanos en la profesión y para ambas ser piloto nunca fue una opción desde el principio, pero «durante el confinamiento, al no tener nada claro qué quería estudiar, mi hermana me insistió en tomar una decisión y mirando la oferta de grados de la Universidad de Salamanca me llamó mucho la atención el de Piloto de Aviación Comercial. Desde ese día me fui informando teniendo muy claro lo que quería hacer. Quería ser Piloto». Afirma, tajante, Sofía.

Ambas consideran que hay una gran diferencia entre las generaciones pasadas con las de ahora y que sus antecesoras les han allanado mucho el camino, «es difícil encontrar a alguien que todavía se sorprenda de ver a una mujer en una cabina de un avión, pero aún hay recorrido, hay pocas mujeres pilotos y mucho camino por delante», señalan.

Seguimos charlando con las alumnas de Adventia y las dos comparte la misma opinión en cuanto al por qué de esta profesión, al por qué de ser piloto y sin lugar a dudas:

«Es una profesión nada monótona que además te permite vivir experiencias nuevas. Cada día compartir cabina con una persona diferente, viajar para conocer culturas…» Sin embargo, si no hubieran decidido estudiar para piloto, Sofía nos cuenta que ella nunca llegó a considerar ninguna otra profesión, pero probablemente hubiera optado por la rama sanitaria. Elsa, de no haberse cruzado con sus amigos pilotos, seguro seguiría estudiando para ser economista.

Nuestras futuras pilotos coinciden que se ven con un futuro estable, sin bien la vida de un profesional piloto es bastante diferente a la de la gente común; «yo creo que siempre terminas encontrando una estabilidad y pudiendo formar la familia que tú quieras», expone Elsa. Para ninguna de las dos supone una carga extra el hecho de ser mujer y tener una profesión como la de piloto. Para Sofía; «puede ser más complicado que con cualquier otra profesión, debido al tiempo que puede que tengas que pasar fuera de casa, pero considero que tiene la misma dificultad para mí siendo mujer que para mis compañeros». La Asociación Aviadoras además de la visibilización de la mujer piloto, plantea entre sus objetivos, el de mejorar las condiciones laborales para las pilotos que quieran ser madres.

Raquel Ortega trabaja en la Escuela de Pilotos Adventia como Instructora de Vuelo y Responsable de Seguridad. Decide que quiere hacerse piloto cuando, estando en Bachillerato fueron a su colegio a dar una charla informativa sobre cómo acceder a esta profesión: «Me iluminaron el camino porque a mí siempre me había gustado conducir/montar/manejar motos, bicis, patines, caballos, coches, etc. y lo de los aviones me pareció una salida estupenda para evitar un futuro trabajo monótono de oficina», recuerda Raquel. Es así que con que con 16 años y ese mismo verano, saca el título de Piloto Privado hasta que pudo obtener su licencia de piloto comercial en 1999 para  poco después hacerse con su título de instructora de Vuelo y empezar a trabajar en una escuela de aviación.

Con la crisis del 11-S de por medio, a muchos profesionales se les truncó un futuro inmediato en la aviación, por lo que decidió volver a casa para estudiar «otra cosa» a lo que dedicarse por si volvía a pasar algo así. Se dedicó a otra profesión, sin dejar de renovar su licencia por si surgía alguna oportunidad con la aviación, intentando estudiar para mantenerse al día, hasta que de nuevo llegó otra crisis en 2008 de la «burbuja inmobiliaria” y la oportunidad  llegó para Raquel, dejó su trabajo y volvió a tocar puertas y esta vez llegó para quedarse. Su sueño alzaba el vuelo de nuevo.

Para la instructora de vuelo, de generación distinta y a diferencia de nuestras aspirantes a piloto, todavía hay mucho camino por recorrer, afirma que aún una mujer tiene que demostrar más para el acceso a puestos de trabajo en compañías de carga aérea o pasajeros, «creo que la edad juega un papel fundamental a la hora de que te contraten, bajas por maternidad, cuidado de los hijos, etc., etc., etc.» apostilla Raquel.

Le preguntamos si es posible ser mujer piloto y tener una vida familiar plena, «pienso que sí, siempre que tengas quien cuide de tus hijos cuando tú no estás, pero como en cualquier profesión». Aun así, se arrepiente de decisiones no tomadas entonces, como por ejemplo no haberse presentado a pruebas de compañías cuando tuvo la opción y antes de haber formado una familia.

Al igual que a sus alumnas, lo que más le gusta de su trabajo en instrucción de vuelo es: «La falta de monotonía, cada día es diferente del anterior, cada alumno y cada vuelo es diferente, aunque sean las mismas misiones para todos los alumnos, son diferentes. Y por supuesto el hecho de volar en sí, poder despegar y aterrizar una máquina que por sí sola no funciona. En cabina tenemos que ser un equipo y poder dar la confianza y aprendizaje diario al alumno que tienes al lado».

Por último, su opinión de que ser piloto es una profesión de hombres, Raquel concluye: «No lo creo, cada vez somos más chicas, pero siempre va a ser una profesión ligada al gusto por los motores, los coches, la velocidad y el riesgo y todo ello casi siempre es más de «chicos». Pero queda perfectamente demostrado que tanto una mujer como un hombre puede pilotar un avión con seguridad».

Todas concluyen que “el trabajo está en el aire” y la visibilidad en los colegios. Y mientras haya una niña con un sueño de ser piloto, las mujeres siempre tendrán un lugar en una cabina de vuelo.