No ha estallado como la burbuja de las punto com, solo se ha deshinchado, en cuanto se ha topado con la realidad del proceloso mundo de las certificaciones aeronáuticas.
Por Jaime Pérez Guerra, director de Expansión Fly News
Tras unos inicios prometedores, con un buen número de startups y fabricantes tradicionales presentado sus propios proyectos, el ecosistema de los eVTOL empieza a ver la realidad de un sector altamente regulado. Nos recuerdada los primeros inicios de los drones, hace ya más de una década. Y empezamos a ver muchos ejemplos de «marcha atrás» por las dificultades inherentes de esta actividad. Muy recientemente Volocopter abandonó la carrera, y Airbus, con CityAirbus, anunció que se tomaba un receso en sus aspiraciones, uniéndose a la lista, cada vez más larga, de abandonos.
El hombre es optimista por naturaleza y minimiza los problemas con el hecho (cierto) de que el tiempo le dará las tecnologías y respuestas que necesita. El problema es cuando llega el momento de la verdad en un sector tan regulado como la aviación. ¿Se han preguntado ustedes porque no hay ni un solo aparato que pueda hacer transiciones vertical/horizontal certificado para servicio civil?.
Solo el CV-22 Osprey reina en esta categoría (con certificación militar), y ha tenido una larga lista de problemas, el último en diciembre del año pasado, que obligó a parar la flota entera al descubrirse fatiga del metal inusual en componentes críticos en los rotores. Mientras, el F-35B no termina de ser todo lo seguro que cabría esperar y lleva acumuladas una larga lista de fallos técnicos, algunos con resultados fatales.
«Empezamos a ver muchos ejemplos de «marcha atrás» por las dificultades inherentes de esta actividad. Muy recientemente Volocopter abandonó la carrera, y Airbus, con CityAirbus, anunció que se tomaba un receso en sus aspiraciones, uniéndose a la lista, cada vez más larga, de abandonos.«
Otra de los mayores representantes de los eVTOL, Lylium, se encontró el año pasado con la desagradable sorpresa de que la certificación en Europa y Norteamérica le costaría alrededor de 1.500 millones de dólares por cada modelo a certificar. Volocopter estaba pensando en algo menor, porque su propuesta no es otra cosa que un tipo específico de helicóptero, aunque con la complejidad de ser un multirotor, y riesgos asociados a las transiciones a vuelo horizontal. En ambos casos, demasiado dinero para que el producto final tenga un precio atractivo.
Mientras, el campo de los drones sigue floreciendo con propuestas cada vez más variadas. La diferencia está en las certificaciones. El sobrevuelo de zonas densamente pobladas sigue siendo el cuello de botella. Pero la necesidad está ahí, y la tecnología sigue avanzando. Los actuales fracasos pavimentarán el camino para los siguientes (como siempre). No me cabe duda de que los eVTOL para pasajeros saldrán adelante, solo que este no es el momento.
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