JUAN PONS. Enviado especial Kurú. Sólo quedan 19 horas para que la nave Soyuz vuelva al espacio después de la paralización del servicio. A bordo viajarán los primeros satélites de navegación Galileo, el GPS europeo, con tres años de retraso.
Después de invertir cientos de millones de euros en un nuevo cosmódromo en Guayana, el famoso lanzador ruso Soyuz y los primeros satélites de navegación Galileo están listos para volar al espacio, eso sí, con tres años de retraso. Centenares de técnicos rusos y europeos se afanan en dejar a punto los últimos detalles del primer lanzamiento del cohete Soyuz, que despegará el jueves, 20 de octubre, a las 12:34 hora española, desde la base espacial europea de Kurú, en la Guayana francesa. A bordo viajan los Galileo IOV (In Orbit Validation), las primeras plataformas que conforman el futuro sistema espacial europeo de navegación y posicionamiento global, y que Soyuz tendrá que colocar en órbita a 23.222 kilómetros de la Tierra.
Antes de dar luz verde al vuelo inaugural del Soyuz, los ingenieros de la Agencia Federal Espacial de Rusia (Roscosmos), de la Agencia Espacial Europea (ESA) y de Arianespace –la sociedad que comercializa los cohetes rusos y europeos− verificaron ayer, 18 de octubre, todos y cada uno de los sistemas en tierra y a bordo del cohete, para que la cuenta atrás transcurra sin contratiempos, y el despegue tenga lugar el día y a la hora prevista. En las distintas salas, edificios y oficinas de la zona de lanzamiento Soyuz y en el cuartel general de la propia base, los rostros de los especialistas europeos ‒curtidos en cerca de 200 vuelos desde Kurú‒ dejan traslucir la tensión y la emoción de las horas previas a histórico vuelo inaugural. Nada puede quedar al azar.
Para los rusos, de temperamento más frío, se trata del despegue de un cohete Soyuz, el más fiable de su parque de lanzadores espaciales. Pero el hecho de que hayan tenido que trasladar su tecnología hasta la Guayana francesa y levantar todo un imponente cosmódromo fuera del territorio ruso ‒y en mitad de la selva amazónica‒, añade al despegue un plus de riesgo y emoción. Las autoridades del Kremlin han exigido a su Agencia espacial que no escatimen esfuerzos para que todo salga bien. Eso supone que también los rusos se muestran muy celosos en realizar las verificaciones oportunas para evitar un fracaso, algo que ni la ESA ni Roscosmos se pueden permitir.
HARTOS DE ENSAYOS Y MÁS ENSAYOS
En la sala de control de vuelos, los ingenieros ya están artos de simular decenas de lanzamientos por ordenador, con el fin de detectar posibles anomalías y corregirlas. También han ensayado una y otra vez los procedimientos, para pulirlos y que todo salga según los planes previstos. Incluso en mayo pasado, rusos y europeos acordaron efectuar un despegue “en seco”. Eso significa que emplazaron un cohete Soyuz en la rampa de lanzamiento, llevaron a cabo todos los pasos previos al disparo, pero sin llegar a pulsar el botón de encendido de los motores-cohete.
Por sus repercusiones tecnológicas, económicas, industriales y políticas, el programa Galileo es la iniciativa más importante que la ESA y la Unión Europea desarrollan de forma conjunta. Esta nueva red espacial de navegación va a servir para acrecentar la importancia del sector espacial del viejo continente y promover la competitividad en el mercado internacional. Muy especialmente, Galileo ayudará a incrementar la seguridad y eficiencia de la navegación aérea. En este campo, las aplicaciones de Galileo serán conformes con los estándares de la Organización Internacional de la Aviación Civil (ICAO), operarán en las bandas E5A y E5B y ofrecerán señales de gran precisión, fiabilidad e integridad.
UN ESPAÑOL AL FRENTE DE GALILEO
Evidentemente, será necesario contar con un periodo de certificación y de adaptación de los equipos de vuelo de las aeronaves, las rutas de navegación y los procedimientos a seguir por los controladores aéreos. Se da la circunstancia de que el jefe del programa Galileo en la ESA es el español Javier Benedicto, uno de los pocos hombres clave que no ha acudido a la cita del lanzamiento de los primeros satélites operativos. Según Benedicto, las ventajas que ofrecerá el sistema europeo frente al GPS norteamericano son numerosas. “En primer lugar, el hecho de que la constelación Galileo conste de 30 satélites −el GPS tiene 24 plataformas−, se adapta mejor a las características geográficas de la región europea”, resalta el ingeniero catalán. “Además, las diez señales por satélite y un ancho de banda en torno a los 40 MHz van a permitir ofrecer servicios gratuitos, comerciales, de alerta y rescate e institucionales, así como corregir los errores debidos a la propagación ionosférica”, recalca Benedicto.
Otra diferencia importante entre Galileo y el GPS radica en que el sistema europeo difunde señales idóneas para actividades profesionales y científicas. Ello es posible gracias a la gran precisión de los relojes de átomos de rubidio y máser de hidrógeno embarcados a bordo de los satélites europeos. El resultado será que Galileo se convertirá en una referencia temporal a escala mundial, con una precisión en el posicionamiento hasta diez veces mayor que el GPS, “especialmente en entornos de propagación difíciles”, concluye el técnico español.
DE LA MANO DE LA UNIÓN EUROPEA
Una de las más importantes singularidades de Galileo es que se trata de un sistema financiado, construido y controlado por la Unión Europea, por lo que responde a las necesidades específicas de los socios europeos y ofrece garantías de calidad de servicio a sus millones de usuarios. En cambio, las señales del GPS norteamericano y de su equivalente ruso GLONASS, están bajo el control de sus respectivos Departamentos de Defensa. Esto supone que en caso de crisis de intereses o conflicto armado, el componente militar prima sobre la utilización civil.
El vuelo de los dos primeros satélites Galileo IOV se ha hecho esperar. Su envío al espacio estaba programado para finales de 2008 y van a ser puestos en órbita tres años después. Siguen la traza de los satélites de pruebas Giove A (diciembre 2005) y Giove B (abril de 2008), que tuvieron que ser enviados al espacio “deprisa y corriendo” para evitar que caducara la reserva de frecuencias asignada en el año 2000 a Galileo por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU). Respecto a la labor técnica que juega la ESA en Galileo, Javier Benedicto es rotundo: “el papel de la Agencia es, por un lado, garantizar la calidad e integridad técnica del sistema y, por otro, preparar nuevas tecnologías de navegación que nos permitan evolucionar hacia un sistema Galileo de segunda generación más allá del año 2020”.
«PARA SABER SI UN COHETE FUNCIONA HAY QUE HACER UN LANZAMIENTO REAL”
Es un tema tabú del que nadie quiere hablar. Pero en la mente de los veteranos de la ESA y de Arianespace ‒la sociedad que comercializa los cohetes europeos Ariane 5, y ahora también los rusos Soyuz desde Kurú‒, está el recuerdo del catastrófico vuelo inaugural del Ariane 5. El 4 de junio de 1996, un enorme Ariane 5 despegaba por vez primera desde la rampa de lanzamiento construida a la medida del nuevo cohete. El despegue fue correcto pero, a los 36 segundos de su vuelo ascensional, reventó en el aire ante la atónita mirada de los millares de invitados. Fue un verdadero día negro para la Agencia Espacial Europea (ESA), para toda la industria europea y para todos cuantos habían trabajado en el diseño y desarrollo del sustituto del fiable Ariane 4, retirado de servicio de forma prematura para dar paso a un lanzador con mayor capacidad de carga, pero también mucho más caro.
En esta ocasión no se trata de poner a prueba un nuevo cohete, sino de volar un Soyuz, el lanzador más veterano del mundo. El Soyuz 2-1b es un derivado mucho más potente y avanzado que aquel que, el 4 de octubre de 1957, puso en órbita el primer satélite artificial de la Tierra (Sputnik 1), que un mes después envió al espacio a la perrita Laika y que, el 12 de abril de 1962, convirtió a Yuri Gagarin en el primer cosmonauta de la historia.
El cosmódromo desde el que el Soyuz va a despegar en Guayana se ha construido siguiendo las directrices y criterios operativos de sus propietarios rusos. Pero no hay que olvidar que resulta imprescindible comprobar y validar los procedimientos, las tecnologías, los sistemas digitales y las instalaciones de la nueva casa sudamericana del Soyuz ruso, que se han integrado con las europeas y que conllevan un riesgo. Y es que, tal y como afirma Alain Bensoussan, ex presidente del Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES), “para saber si un cohete espacial funciona correctamente, resulta imprescindible efectuar un lanzamiento real”. En eso estamos.
El lanzamiento, dentro de 19 horas si las condiciones climatológicas lo permiten, podrá ser seguido en directo desde la página especial que la ESA ha creado para el evento.
[…] El primer vuelo desde Kurú del cohete Soyuz lleva a bordo los dos primeros satélites Galileo, la constelación europea de navegación y posicionamiento global que pretende arrancar el liderazgo al GPS norteamericano. Programa conjunto de la Unión Europea y la Agencia espacial Europea (ESA), la entrada en servicio de Galileo se espera para 2014, según confirmó ayer Antonio Tajani, Comisario Europeo de Transportes. […]