Se cumplen 50 años del regreso a la Tierra de la misión Apolo 11. Nada más posarse en aguas de Hawai, los tres astronautas fueron ataviados con escafandras, enclaustrados en un recinto móvil hermético y después en un laboratorio de 7.700 m2 para evitar la contaminación de la Tierra por posibles microorganismos lunares.
El amerizaje del módulo de mando Columbia del Apolo 11 se produjo tal día como hoy, 24 de julio de 1969, a las 18:51, hora peninsular española, a 1.760 kilómetros al suroeste de Honolulú (islas Hawai), exactamente 8 días, 3 horas y 18 minutos después del despegue de la histórica misión a la superficie de la Luna.
Tres aviones Grumman E-1 Tracers patrullaban la zona desde varias horas antes con una doble misión. Por un lado, prestar una especial atención a dos huracanes que se movían en las cercanías de la zona de rescate. En segundo lugar, observar el momento del despliegue de los tres grandes paracaídas que anticipaban el punto de impacto de la capsula de mando Columbia sobre las aguas del Pacifico. Cuatro helicópteros Sea King con equipos de descontaminación, recuperación y material fotográfico y de filmación estaban preparados para el rescate.
El primer ser humano que pudo ver a Armstrong, Aldrin y Collins tras su estancia en la Luna fue el teniente Clancy Hatleberg, buceador de combate de la US Navy. Como jefe del equipo encargado de rescatar a los tripulantes de la misión Apolo 11, este joven de 25 años fue el responsable de abrir la escotilla de la nave y entregar a los tres astronautas las escafandras de aislamiento biológico o BIG (Biological Isolation Garments), cuya función era evitar que supuestos gérmenes traídos desde la Luna pudieran contaminar la Tierra.
Hatleberg recuerda que los astronautas tardaron por lo menos 5 minutos en colocarse los BIG y, cuando terminaron, “les rocié con hipoclorito sódico para matar los posibles gérmenes patógenos lunares, les ayude a subir a la lancha neumática de rescate y cerré herméticamente la nave espacial”.
Instantes después, el helicóptero Sea King SH-3D que estaba en vuelo estacionario sobre la cápsula izó a bordo a Armstrong, luego a Collins y en tercer lugar a Aldrin y los traslado al portaaviones USS Hornet, que se encontraba tan solo a 1,7 millas del punto de amerizaje, donde les esperaba el mismísimo presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon.
Una vez que el Sea King se posó sobre la cubierta de vuelo del Hornet, el helicóptero descendió en el ascensor principal directamente hasta el hangar, donde caminaron por su propio pie unos escasos 9 metros para ser inmediatamente introducidos en la Instalación Móvil de Cuarentena o MQF (Mobile Quarantine Facility), junto con el doctor Bill Carpentier, médico de la NASA, y John Hirasaki, ingeniero del MQF. Luego llegaron las muestras lunares, las cámaras empleadas en las filmaciones y fotografías sobre la Luna y las propias películas, incluidas las de datos del módulo de descenso.
Una de las cuatro grandes caravanas reacondicionadas que se construyeron para las misiones tripuladas a la Luna era la MQF-003, cuya misión era aislar a los tres astronautas del contacto con otras personas para prevenir la propagación de posibles microorganismo patógenos lunares, algo que se consideraba remoto, pero que el conocimiento científico de hace 50 años no podía descartar. Allí también se depositaron las muestras lunares recogidas en la superficie lunar y las películas allí tomadas.
Lo que se pretendía con las escafandras BIG y la cuarentena era proteger la salud pública, la agricultura y al resto de seres vivos de la Tierra, así como preservar la integridad de las muestras lunares y de los experimentos científicos.
La estructura del remolque estaba construida de aluminio sellado, sus puertas eran herméticas, contaba con sistema de aire acondicionado, comunicaciones con el exterior, protección contra incendios y estaba alimentada por un generador diésel y baterías.
Su interior reconvertido constaba de una sala de estar con una mesa y seis espaciosos asientos, un dormitorio con seis literas, un baño y una cocina equipada ya entonces con un horno microondas para su alimentación. Un pequeño almacén guardaba las muestras lunares. El aislamiento estaba asegurado manteniendo la presión del aire en el interior más baja que la presión en el exterior y filtrando el aire que se expulsaba de la MQF.
Una vez dentro de la unidad móvil de cuarentena, se desprendieron de sus escafandras y se acercaron a una de las ventanas de la MQF, en cuyo exterior el presidente Nixon y decenas de cámaras de televisión, fotógrafos y periodistas les esperaban ansiosos por escuchar sus primeras impresiones del descenso lunar y darles la bienvenida.
Los cinco inquilinos permanecieron en tal singular recinto durante 88 horas, tiempo en que el USS Hornet tardó en navegar y atracar en la base naval de Pearl Harbor (Hawai). Desde el puerto, la MQF fue trasladada hasta la cercana base aérea de Hickam, en donde fue embarcada en la bodega de carga de un cuatrirreactor de transporte estratégico Lockheed C-141 Starlifter para ser depositada en la base aérea de Ellington en Houston, Texas.
La MQF viajó el 27 de julio desde la base de Ellington al cercano Laboratorio de Recepción Lunar de la NASA (NASA Lunar Receiving Laboratory) situado en el Centro Espacial Johnson de Vuelos Tripulados, en donde las esposas de Armtrong, Aldrin y Collins pudieron por fin ver a sus maridos ya aseados y afeitados, excepto a Collins, que aprovecho para dejarse bigote.
El Laboratorio de Recepción Lunar sumaba 7.700 m2 y disponía de instalaciones más amplias y completas para ejercer la cuarentena y los controles médicos. Contaba con dos médicos, un ingeniero de recuperación, técnicos de laboratorio, cocineros y personal de administración.
Los informes médicos y las evidencias científicas demostraban que Armstrong, Aldrin y Collins no habían sido contaminados y gozaban de buena salud, por lo que el Comité Interagencias sobre Contaminación al Regreso, presionado por los astronautas y por la propia Casa Blanca, decidió dar por finalizado el encierro el 10 de agosto, un día antes de lo previsto.
La NASA llegó a la conclusión de que la Luna era estéril de vida y después de la misión Apolo 12 el empleo de los BIG fue desechado, mientras que la cuarenta permaneció hasta la misión Apolo 14.
La MQF-003 se puede hoy en día contemplar y visitar en el Centro Steven F. Udvar-Hazy del Museo Nacional del Aire y el Espacio de la Institución Smithsonian, que se encuentra junto al aeropuerto internacional de Washington Dulles, a 42 kilómetros al oeste de Washington DC.
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