Ante la próxima apertura de la selección de nuevos astronautas de la ESA, el único astronauta español ha respondido a preguntas sobre cómo es serlo.
Pedro Duque, ministro de Ciencia e Innovación y único astronauta español, participó en una sesión de preguntas en un acto organizado por el CDTI y el propio ministerio bajo el lema “Hacia una próxima astronauta española”. El motivo es la apertura el 31 de marzo del plazo para presentare a la selección de la próxima generación de astronautas de la ESA.
Dichas preguntas pudieron ser enviadas por medio de las redes sociales unos días antes de la celebración, y entre los cientos de las recibidas se seleccionaron las que se consideraron más relevantes.
En respuesta a ellas, Duque explicó como fue el proceso de selección en el que él participó. En aquel momento, 1990, cada país de la ESA hizo su propia selección, y después, en 1991, los aspirantes pasaron a un segundo proceso, ya a cargo de la ESA antes de ser nombrados astronautas en 1992.
Duque participó en dos vuelos. El primero, la misión STS-95, se inició el 29 de octubre de 1998 con el lanzamiento del transbordador Discovery desde Cabo Cañaveral. Entre los acompañantes de Duque en la misión, estaba John Glenn, el primer astronauta en orbitar la Tierra (fue el tercer estadounidense en ser lanzado al espacio, pero los dos vuelos anteriores fueron suborbitales), y que hizo su segundo viaje con 77 años, lo que le convirtió en la persona de mayor edad en viajar el espacio. La misión duró nueve días.
El segundo vuelo fue la misión Soyuz TMA-3, lanzada el 18 de octubre de 2003. Tras poco más de una semana en la ISS, Duque regresó a tierra el 28 de octubre en la Soyuz TMA-2 que permanecía acoplada a la estación desde el 28 de abril del mismo año.
Duque, explicó en sus respuestas también aspectos como que uno, más que preguntarse ¿por qué me voy a presentar? debía ser ¿por qué no me voy a presentar?, algo que ya se preguntaron en su día todos los aspirantes que se presentaron junto a él a la selección. “Es una de esas oportunidades que no se pueden dejar pasar” afirmó el ministro.
“Ser astronauta implica trabajar en diferentes áreas y con diferentes equipos. Unas veces trabajar en estudios por ejemplo en experimentos, analizándoles; en misiones operativas en la que haya que desarrollar ciertas aptitudes físicas; en trabajo en equipo con gente de diferentes nacionalidades. Implica tener un espíritu abierto para aprender. Tener claro que sepas lo que sepas, no lo sabes todo”.
Al hablar del proceso de selección que hizo él hace ya treinta años, recordó que una de las primeras pruebas fue un análisis de sangre; y después señaló: la silla de Barany, “el señor Barany no es muy querido por los astronautas” ironizó. Esta prueba ya no se hace ya que se ha demostrado que se puede pasar esa prueba y marearse en el espacio “Yo lo he visto. Y al contrario, ser muy malo en la prueba, por ejemplo yo, y luego no pasarte nada allí arriba”.
La prueba de Barany consiste en realizar algunas tareas, como apretar botones en un panel, cambiar la posición de la cabeza, señalar el sentido de giro tras haber girado alrededor de un eje vertical. Esta prueba se utiliza para demostrar los efectos de desorientación espacial. Barany, ganó el Nobel de Medicina en 1914 por sus trabajos sobre el papel del oído interno en el sentido del equilibrio, para lo que su invento fue fundamental.
Todas las primeras pruebas servían para cribar a los candidatos y asegurarse que los que pasaban a las siguientes tenían realmente posibilidades de llegar a ser astronautas.
Igualmente habló de las entrevistas, en las que por ejemplo había astronautas. De estas destacó su importancia en cualquier trabajo: “Van poner miles de millones de inversión, y la vida de cinco, seis o diez personas en juego. Por ello es muy importante ver el carácter de las personas”.
“En una nave espacial hay un gran silencio. Los motores están apagados, no es como en un avión. Solo se oye el aire acondicionado, y se intenta que haga el menor ruido posible. Además estás en flotando. Bastan diez o quince minutos en esa situación viendo la Tierra desde allí arriba, para adquirir un sentimiento personal completamente distinto a cualquiera en la Tierra”.
Sin querer desanimar a nadie a presentarse a la selección, Duque recordó que se van a seleccionar incluso menos de una docena de astronautas y suplentes “entre quizás decenas de miles. Por ello es muy importante estar en el top en la parte curricular, pero va a ser muy importante también aspectos como las características personales, lo que haga uno en las entrevistas y pruebas, por ejemplo de trabajo en equipo y en espacios confinados”. El astronauta y ministro también valoró, de forma importante los tres años de experiencia en un puesto que se pide: “Se van a analizar en detalle. La gente que ha trabajado contigo a ver que dice, qué puedes demostrar sobre como reaccionaras en un momento en que haya que tomar decisiones, sí los equipos en los que has estado te consideran un buen trabajador en equipo…”.
Duque, ante una pregunta sobre si hay alguna área o destreza que considere que hay que trabajar especialmente, su respuesta fue que una vez que comienza el proceso de selección, uno no se va a poner a adquirir nuevas habilidades “no te vas a poner a hacer por ejemplo un curso acelerado de medicina de dos o tres meses. Sobre las habilidades es bueno hacer introspección a ver si se tienen o si se pueden desplegar en un examen. ¿Qué se puede hacer ahora? Creo que repasar lo que uno ha hecho pero podría tener olvidado. Repasar como era aquello, que sentíamos en esos momentos, que nos puede ayudar a que en un momento en que haya que tomar decisiones podamos actuar con frialdad y precisión analítica”. También recomendó a los que se presenten que muestren entusiasmo ante los examinadores que tienen espíritu de aprender, de no pretender saberlo todo, de sacrificarse por viajar de un sitio a otro: “Un espíritu abierto de que yo vengo aquí a todo lo que haga falta”. Llegó a afirmar que si hay que barrer el suelo, hay que estar dispuesto a hacerlo.
Cuando le preguntaron sobre una posible relación entre el número de astronautas de cada país que se selecciones y la contribución de estos a la ESA, Duque señaló que “teóricamente deberíamos hacer las cosas de tal forma que ello no tuviese relación. Que todos los europeos de todos los países tuviesen las oportunidades máximas según su capacidad y mérito para acceder a todos los oficios. Pero si debo decir que dentro de los europeos, España es un país que contribuye bastante a la ESA, por lo que no va a ser un hándicap. [Los candidatos españoles] no provienen de un país que en un momento pueda quedar excluido por su contribución. Un español tendrá las mismas oportunidades que cualquier otro ciudadano de cualquier otro país”. Eso sí, destacó que los candidatos lo deben dar todo “para mandarte al espacio tienen que estar seguros de ti al 100 por cien”, no basta con dar el 90 o el 95 por ciento: “Aprender las cosas para un 9 o un 9 y medio es importante, pero si tienes que aprender cosas especialmente si son físicas, como hacer cosas, o en situaciones inesperadas, para llegar al 10 debes trabajar diez veces más que llegar al 9”.
Para los futuros astronautas, Duque está seguro que, además de poder ir a la ISS, la estación espacial internacional “que espero siga funcionando varias décadas más”, puedan ir a la estación que orbitará la Luna y que ahora se está diseñando y contratando, y desde la que está previsto descender a la Luna “y esperamos que esta generación o la siguiente sea la que empiece a preparar los vuelos tripulados a Marte. Esperamos que el entusiasmo de las naciones sea el suficiente para que pongan los fondos para contratar a los ingenieros, técnicos y científicos para que esto ocurra”.
También le preguntaron si se pasa miedo antes, en el lanzamiento, durante la misión o en el regreso y aterrizaje, habló más que de miedo de que la selección que se hace y cómo se hace, buscando y exigiendo a la gente que de el 100 por ciento, está encaminado todo ello a que cuando surja algo, lo que aparezca no sea miedo sino la costumbre de haberlo hecho ya muchas veces en simuladores y haber reflexionado mucho en “si surge esto o lo otro cómo lo haré”. “Todos lo posibles fallos que pueden ocurrir en una nave espacial –explicó— hasta el nivel de componente electrónico, estában, cuando era impreso, en un ‘cacho de libro muy gordo’ en el que cientos de ingenieros y técnicos han sopesado que ocurriría si cada uno de esos fallos ocurriera, y en combinación con cualquier otro fallo”.
Y sobre cuál podría haber sido la situación más inverosímil para la que se le preparó, comentó que en el cohete ruso hay un momento en el que existe la posibilidad de que puede que se tome el mando manualmente del mismo. “No es que lo vayas a llevar manualmente hasta donde vayas. Pero si por ejemplo si hay que abandonarlo en paracaídas hay que tener claro el plan para apretar en unos pocos segundos unos botones determinados. O si un meteorito o un trozo de basura espacial atravesé la estación espacial. Hay todo un procedimiento. Lo primero averiguar dónde está el agujero. Lo único que vas a oir es un clack del impacto. Tienes que ir cerrando escotillas para ver por dónde va el aire (ahora han puesto unos anemómetros para saber la velocidad del aire y saber más o menos dónde está, que a lo mejor es detrás de un panel. Una vez reparado hay que reflexionar y decidir si hay que volverse corriendo a tierra por haber perdido demasiado oxígeno o nos quedamos y tratamos de recuperar la estación”.
En este contexto explicó que en toda misión por lo menos dos personas en cada misión saben hacer todo para el caso de que uno de ellos tenga algún problema que le impida realizar su cometido, especialmente en momentos críticos: “No todos saben todo, pero al menos dos o tres saben hacer cada cosa”.
El ministro señaló asimismo la gran diferencia en el gasto espacial entre Estados Unidos y Europa, lo que hace que allí se recluten nuevos astronautas casi todos los años. Según dijo, Estados Unidos gasta en vuelos tripulados más de diez veces que Europa. Y aunque reconoció que se está haciendo lo posible por reducir esa brecha, son muchos menos los europeos que van cada año al espacio que estadounidenses.
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