Siempre intento ligar estos pequeños escritos con una efeméride importante, normalmente el primer vuelo del avión en cuestión. Esta vez me salto la regla, a petición de un buen amigo, y escribo algo sobre uno de los aviones más bonitos que se han diseñado, el Lockheed Constellation.
En esta ocasión no voy a adentrarme en detalles técnicos, si no en pequeñas anécdotas que adornan aun más si cabe, al “mejor trimotor del mundo”.
Como no podía ser de otra forma, detrás del nacimiento de este avión mítico hubo grandes personajes de la aviación. A finales de los años 30 Howard Hughes era uno de los mayores accionistas de TWA. La compañía estaba buscando un avión de alta capacidad y gran autonomía para desarrollar su red internacional, en competencia con las demás compañías.
En junio de 1939, Hughes organiza un encuentro entre Jack Frye, el mandamás de TWA y los altos cargos de Lockheed. Su presidente Robert E Gross, y Kelly Jhonson, el ingeniero que diseñó el P-38 Lightning, y luego haría el P-80, F-104, U-2 y el SR-71 Blackbird, entre otros.
Hughes presentó cual sería su avión ideal, 160 km/h más rápido, volando 1.000 pies más alto que la propuesta de Lockheed, y con capacidad costa a costa sin escalas. Los ejecutivos de Lockheed, en lugar de retirarse, recogieron el guante y pusieron manos a la obra. El equipo de Jhonson, junto al ingeniero jefe Hall Hibbard (otro de los grandes de la aeronáutica) comenzaron a estudiar diversas fórmulas. No menos de seis tipos distintos de cabina, por ejemplo. La presurización del avión se hizo necesaria.
A finales de 1939, Lockheed ya tenía el diseño de su modelo 049, mucho más grande de lo hablado en la famosa reunión, pero también mucho más capaz. Se habían seleccionado 4 motores Wright R 3350 radiales, que también estaban destinados al Boeing B-29. Las peticiones de Hughes se habían superado… y también el precio, que llegaba a 450.000 dólares, el más caro de la historia (hasta entonces).
TWA no podía llegar a comprar ese avión, y de nuevo, Howard Hughes comprometió a sus empresas. El 10 de julio de 1940 se firma el contrato para la compra de 40 aviones. Era el contrato más caro de la historia de la aviación comercial. Con el fin de mantener el liderazgo de TWA sobre sus competidores, todo esto se hizo en absoluto secreto.
Lockheed puso inmediatamente a 350 personas a trabajar en el proyecto y construyó una maqueta a escala real del interior del avión. Cuando Hughes la visitó, quedó muy decepcionado. “Esto no es lo que yo esperaba”. A grandes males, grandes remedios, Hughes llamó a Raymond Loewy (uno de los mejores diseñadores industriales en la historia de Estados Unidos), para que corrigiese el problema.
El avión incorporaba muchos avances técnicos, como los controles asistidos hidráulicamente, equipo eléctrico, en vez de neumático, para eliminar hielo en el borde de ataque de las alas, hélices de paso variable y reversible, un tercer puesto para un ingeniero de vuelo, y sobre todo, una presurización que funcionaba, ya que el avión debía operar constantemente a gran altura.
La guerra en Europa se desencadenó en septiembre de 1939, pero en Estados Unidos no sintieron el zarpazo hasta diciembre de 1941, cuando los japoneses atacaron Pearl Harbour, metiendo a Washington en la guerra.
La historia del Constellation cambió en aquel momento, a pesar de tener pedidos de TWA, PanAm, e incluso KLM. Lockheed pasó a ser parte del esfuerzo de guerra, y el Constellation recibió la designación C-69.
En febrero de 1942, los militares pasaban un contrato para 180 unidades de una versión con un portalón de carga, que se unión a los 50 civiles, que quedaban en manos del ejército. El primer Constellation fue presentado oficialmente en diciembre de 1942. De esta forma, el sábado 9 de enero de 1943, alrededor de las 12.30 el prototipo del C-69 Constellation realizaba su primer vuelo. A los mandos Edmund G “Eddie” Allen , piloto de Boeing “prestado” para la ocasión, Milo Burcham, piloto de pruebas de Lockheed, y detrás el cerebro Kelly Johnson y R.L. Loren , que actuaba como ingeniero de vuelo.
Ese día se hicieron 6 vuelos. El avión funcionaba tan bien que Eddie Allen comentó “ustedes ya no me necesitan”, y volvió a Boeing. Trágicamente, Allen se mató durante un vuelo de pruebas del XB-29, alrededor de un mes después.
Lockheed construyó 865 ejemplares del Constellation en sus diversas versiones, saliendo el último de la cadena de producción en 1958. Fue el primer avión comercial en gran serie en ofrecer presurización completa (el Boeing 307 le discute este privilegio, pero solo construyeron 10). En sus versiones militares de transporte participó en el puente aéreo de Berlín y en el Biafra, y sus versiones de alerta temprana, tanto de la marina como de la fuerza aérea, presentaron la primera red de control creíble ante la amenaza de un ataque soviético procedente a través del polo.
El 17 de abril de 1944, el segundo C-69, pilotado por Howard Hughes, junto a Jack Frye voló desde Burbank a Washington en 6 horas y 57 minutos, a una velocidad media de 533 hm/h, más rápido que algunos de los cazas en servicio en ese momento. En el vuelo de vuelta, hizo escala en Wright Field, Ohio, para ofrecer A Orville Wright su último vuelo, más de 40 años después de su histórica hazaña. Orville comentaba que la envergadura de ala del avión era más larga que su primer vuelo.
ÉXITO COMERCIAL
Una vez concluida la guerra, las líneas aéreas comenzaron a utilizarlo. La primera, TWA, que inauguraba la ruta entre Nueva York y París el 6 de febrero de 1946. Un año después, el 17 de junio de 1947, TWA comenzaba la primera ruta alrededor del mundo con su L-749, bautizado Clipper America. Esta ruta permaneció en funcionamiento hasta 1982.
Iberia, la línea aérea española, pronto se dio cuenta de que debía estar a la altura de la competencia, si quería tener oportunidades en el mercado. Aunque su flota era Douglas, adquirió tres Lockheed L-1049G, a los que bautizó como La Pinta, La Niña y Santa María, en recuerdo a la hazaña colombina.
El 24 de junio de 1954, llegó el primero, siguiéndole los otros dos un mes después. En aquel momento era el avión más complejo de la compañía, y debía revisarse en Nueva York, por lo que la primera ruta del avión fue esta, con escala en las Azores. Un pasaje en primera costaba 436 dólares y en turista, 334, una auténtica fortuna para época. Eventualmente, Iberia llegó a tener hasta 10 Constellation en servicio, de diversas procedencias, que volaron hasta abril de 1966.
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