La caída de beneficios de la compañía está marcada principalmente por la falta de personal, debido a las huelgas de pilotos y tripulantes, las multas y compensaciones y la subida del petróleo.
Ryanair cerró el primer semestre de su año fiscal, que va del 1 abril al 30 de septiembre, con unos beneficios de 1.200 millones de euros, los que supone una caída del 7% con respecto al mismo periodo de 2017, en el que la aerolínea registraba unos beneficios del 1.290 millones de euros.
La compañía ha señalado «el exceso de capacidad en Europa» y que el periodo vacacional de Semana Santa este año coincidió en el primer trimestre, como uno de los factores que han afectado a los resultados de este semestre en comparación con el mismo periodo del año pasado.
También han apuntado a las «repetidas huelgas y falta de personal» como principal motivo de los malos resultados económicos de este periodo, que causaron la cancelación de tarifas más altas, los vuelos de fin de semana. Todo esto, junto con el desembolso para hacer frente al cumplimiento con la normativa EU261, el reglamento de compensación de vuelos que establece la Unión Europea, y el aumento en el coste de combustible han dado lugar a los primeros resultados con pérdidas de Ryanair en años.
Sin embargo, durante este periodo la aerolínea irlandesa aumentó su tráfico un 6%, hasta alcanzar los 76,6 millones de pasajeros transportados, una cifra récord acompañada por una tasa de ocupación del 96%. La tarifa media del precio por billete cayó un 3%, a menos de 46 euros por vuelo.
Por otra parte, los ingresos extra -entre los que se incluyen bebida y comida a bordo, facturación equipaje o la prioridad de embarque – aumentaron más de un 27%. Este crecimiento explicaría la aplicación de la nueva normativa de equipaje de Ryanair que obliga, a partir del 1 de noviembre, a pagar como gasto extra el llevar una maleta pequeña como equipaje de mano en cabina. Con todo ello, la compañía aumentó sus ingresos totales un 8%, hasta los 4.790 millones de euros.
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