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Espacio

El INTA desarrolla equipos ópticos para descubrir los enigmas del Sol

El Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) ha presentado en su sede central de Ajalvir (Madrid) los dos avanzados instrumentos espaciales que viajarán a las cercanías del Sol a bordo de la sonda espacial europea Solar Orbiter.

 

Solar Orbiter es una ambiciosa y arriesgada misión de la Agencia Espacial Europea (ESA) que pretende llegar a las inmediaciones del Sol para comprender su funcionamiento, predecir su comportamiento y conocer las claves de la actividad de la heliosfera, una especie de gigantesca burbuja magnética dominada por el viento solar, cuyas oleadas de radiación alcanzan la Tierra y a todos los planetas hasta más allá de Plutón.

Con la coordinación del Instituto Max Planck de Alemania y la Agencia Espacial Italiana (ASI), el INTA ha impulsado un consorcio de instituciones públicas españolas que ha puesto a punto dos de los principales instrumentos que viajan a bordo de la sonda espacial. Bajo las directrices del Departamento de Cargas Útiles y Ciencias del Espacio, dirigido por la profesora María Dolores Sabau, los científicos y técnicos del Instituto han diseñado y desarrollado SO/PHI, un avanzado telescopio que resulta clave para la misión Solar Orbiter.

Según destaca Alberto Álvarez, investigador principal y responsable de la contribución del Instituto a la sonda espacial, la función de SO/PHI resulta clave para el éxito de la misión porque su finalidad es “contemplar la esfera completa del Sol e informa al resto de instrumentos que observen con mayor o menor resolución los violentos eventos que allí se desencadenan”.

El segundo equipo concebido y puesto a punto por instituciones españolas y europeas es el coronógrafo solar METIS, un dispositivo que bloquea la luz del Sol para no deslumbrar las observaciones. Ambos equipos españoles ya han sido integrados en la sonda por Airbus Defence & Space UK, contratista principal de la misión, en su factoría británica de Stevenage, a 54 kilómetros al norte de Londres.

CRISTALES LÍQUIDOS QUE DESAFÍAN AL SOL

Con una inversión total de de 16 millones de euros, tanto en SO/PHI como en MERIS se ha aplicado por vez primera en una misión espacial la avanzada tecnología de cristales líquidos, un reto tecnológico que requiere un alto grado de calidad óptica y que ha sido puesto a punto por el Área de Óptica Espacial del INTA.

Los cristales líquidos de utilización en el espacio son un campo innovador por el que hemos apostado en los últimos años y en el que el INTA se ha convertido en toda una potencia”, afirma Ángel Moratilla, subdirector general de Sistemas Espaciales.

Solar Orbiter es una misión fascinante”, asegura José Carlos del Toro, investigador principal y coordinador del conjunto de la contribución española. Como su nombre indica, la razón de ser de Solar Orbiter es estudiar el Sol desde sus proximidades, en concreto desde 34 millones de kilómetros‒equivalente a 0,23 unidades astronómicas‒ una distancia letal a la que ninguna agencia espacial se ha atrevido a colocar a ninguna de sus sondas.

Para soportar la fuerte radiación y las altas temperaturas a las que se expondrán los equipos a bordo, los científicos e ingenieros han tenido que numerosos desafíos tecnológicos. Por ejemplo, los equipos situados en la parte externa de la sonda, deberán soportar temperaturas de funcionamiento del orden de 400º centígrados y radiaciones de 17.000 vatios por metro cuadrado.

Con su despegue programado para 2020, la importancia de la sonda que aspira a descubrir los enigmas que encierra el Sol radica en el panel de 10 precisos instrumentos que viajan a bordo, que van a ofrecer “un panorama muy amplio de la heliosfera, de lo cuanto ocurre en el Sol y sus inmediaciones, algo nunca estudiado hasta el momento”, resalta Alberto Álvarez.

Además del INTA ‒organismo público de investigación dependiente del ministerio de Defensa-  en el consorcio de instituciones públicas españolas ligadas a Solar Orbiter han participado el Instituto Astrofísico de Andalucía, la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad de Valencia, la Universidad de Barcelona y el Instituto de Astrofísica de Canarias.

 

 

 

 

 

 

 

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