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El poder aéreo, crucial en el Dia D

La Operación Overlord, el desembarco de Normandía, se produjo un 6 de junio de hace 75 años, y supuso el comienzo de la fase final de la guerra en Europa. En la madrugada del 6 de junio del 44, más de 5.000 navíos entraron en combate, precedidos por 1.

200 aviones que lanzaron 13.000 paracaidistas detrás de las líneas enemigas. En las cinco zonas señaladas desembarcaron un total de 160.000 soldados, norteamericanos, ingleses y canadienses, principalmente, aunque participaron fuerzas de 12 países.

Pero la operación empezó mucho antes, en mayo de 1943, cuando el general americano Dwight Eisenhower fue nombrado comandante del Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada. Desde el primer momento, la aviación fue juzgada decisiva para el éxito de la misión. A partir de entonces se procedió a un mapeo exhaustivo de las zonas susceptibles para el desembarco, las incursiones de bombardeo se generalizaron y las misiones de ataque a tierra fueron la norma diaria.

La entrada en servicio de aviones de caza con mayor autonomía fue esencial para proteger la operación. Los Mustang y P-47 norteamericanos y los Typhoon británicos, muy superiores a los P-40, Hurricane y Spitfire, brindaron una superioridad aérea incontestable por parte alemana.

Los aliados disponían de 6.000 bombarderos, 5000 cazabombarderos, 1600 aviones de transporte y cerca de 2500 planeadores. La Luftwaffe solo podía oponer unos 900 aviones, por lo que el dominio del cielo fue incontestablemente aliado desde el minuto cero. Durante el Dia D los aliados realizaron cerca de 13.00o salidas, con una pérdida de poco más de 100 aviones. La luftwaffe solo pudo realizar unas 250 misiones, con una pérdida de 40 aviones.

Media hora antes de la llegada de las tropas a las playas, 1365 bombarderos lanzaron cerca de 2800 toneladas de bombas sobre las posiciones alemanas, que en muchos casos no fueron demasiado eficientes. En la playa Omaha, los norteamericanos lo pasaron realmente mal, y tardaron más de tres días en alcanzar sus objetivos, con unas elevadísimas pérdidas.

Donde los alemanes tenían una superioridad importante era en las defensas antiaéreas. Durante el mes de junio los aliados perdieron más de 1600 aviones, principalmente por la eficacia de la Flak. La operación que terminó el 21 de agosto, alcanzando sus objetivos, supuso unas pérdidas de cerca de 4101 aviones y más de 16000 hombres para los aliados, un porcentaje aceptable, teniendo en cuenta que se habían realizado 480.317 misiones.

Los aliados temían que la saturación hubiese muchas bajas por “fuego amigo” por lo que identificaron claramente a sus aviones con las “invasión stripes” de alta visibilidad. Este marcaje se ha seguido utilizando a partir de entonces y se ha convertido en un elemento visual imprescindible en cualquier festival aéreo, al igual que los dientes de tiburón, en el morro de los aviones. Los aliados registraron un número importante de bajas debido a colisiones entre sus propios aviones.

La Luftwaffe fue borrada del cielo, y solo reaccionó a final de año en un último intento de frenar a los aliados. En la operación de defensa de Normandía, los alemanes perdieron más de 2100 aviones. Lo que para los aliados supusieron pérdidas aceptables, para los alemanes fue una sangría, de la que era imposible recuperarse.

El sacrificio de 225.000 hombre no fue en vano. Ni los enormes recursos que se movilizaron tanto para reunir los medios necesarios, como para sostener una invasión de varios millones de hombres en territorio hostil. A mediados de agosto había más de 2 millones de soldados aliados en Francia. Los aliados fueron capaces de mantener sus tropas en movimiento gracias a una logística que incluyó desde puertos artificiales, los famosos Mulberrys, hasta la conexión de Inglaterra con el continente a través de tuberías para el traslado de combustible. Desde estas líneas nuestro homenaje a todos los que participaron en la reconquista de Europa.

Alemania se rindió incondicionalmente sólo 11 meses después del desembarco. El poder aéreo fue el que permitió a los aliados tanto el desembarco, como la posterior conquista de Europa. A partir del año 45, el enemigo cambió, pero esa ya es otra historia.

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