Ayer día 22 de celebró el Día Mundial del Agua. La ESA tiene varias misiones espaciales cuya misión está muy relacionada con esta sustancia.
Si el apelativo de zahorí se aplica a aquella persona que tiene la sensibilidad para descubrir lo que está oculto, especialmente corrientes de agua subterráneas y depósitos de minerales, los satélites se han convertido en los nuevos zahories del universo que, gracias a los variados y avanzados instrumentos científicos que llevan a bordo, son capaces de encontrar desde centenares de kilómetros en órbita no solo agua, sino el más leves rastro de humedad sobre la Tierra y en otros planetas de nuestro sistema solar.
Así lo ha entendido la Agencia Espacial Europea (ESA), que coincidiendo con el Día Mundial del Agua ha querido recordar la importancia de los dos satélites que de un modo exclusivo se dedican a buscar y medir la presencia del recurso hídrico, un elemento esencial para el desarrollo sostenible de la humanidad.
El primer satélite de la ESA dedicado a la búsqueda del más mínimo rastro de agua se llama nombre SMOS, acrónimo en inglés de Salinidad del Mar y Humedad del Suelo.
Lleva en el espacio desde noviembre de 2009, iba a permanecer en servicio un máximo de 5 años y “seguramente nos jubilará a todos”, subraya con humor Jorge Fauste, jefe de Operaciones del satélite. Por el momento, permanece en perfecto funcionamiento a una altura de 755 kilómetros.
Conocido como “el satélite del agua”, la tarea de SMOS en estos casi 10 años de vida en el espacio ha consistido en medir la cantidad y distribución exacta de líquido elemento que hay en la Tierra, “algo que jamás se había llevado a cabo de manera exhaustiva”, recuerda Fauste.
SMOS embarca un solo instrumento de nombre MIRAS, que son los ojos electrónicos del satélite. Concebido, desarrollado y fabricado totalmente en España por Airbus Defence and Space junto a prácticamente todas la industria espacial nacional, consiste en un avanzado radiómetro interferométrico de microondas de apertura sintética.
MIRAS está formado por tres brazos con 66 receptores de alta sensibilidad que se han convertido en “la más poderosa herramienta capaz de detectar los diferentes grados de humedad de cada kilómetro cuadrado de la superficie terrestre”, asegura Fauste.
La iniciativa de poner a punto MIRAS se debe al profesor Jordi Font, investigador del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, organismo perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y a un equipo internacional de científicos.
Los usos y aplicaciones de SMOS se han multiplicado gracias a sus ultra sensibles sensores. Según afirma Fauste “al captar la tenue radiación que emiten los océanos y la propia espuma del mar, los científicos son capaces de medir la velocidad del viento y, de ese modo, efectuar el seguimiento de los huracanes, algo que no estaba en el origen de SMOS”.
Mónica López, delegada española por parte del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) en el programa de Observación de la Tierra, destaca que el éxito del instrumento MIRAS ha propiciado el liderazgo de la industria española en el radiómetro del satélite Sentinel 2 y en uno de los instrumentos del Sentinel 3, plataformas de la constelación Copernicus de la Unión Europea.
Agua en Marte a un kilómetro de profundidad
La búsqueda de agua en Marte es una constante de las continuas misiones espaciales al planeta rojo. Pero “Si, hay agua en Marte, lo sabemos desde hace unos 15 años”, afirma con rotundidad Alejandro Cardesín, responsable de las Operaciones Científicas de la sonda Mars Express de la ESA, lanzada al espacio en junio de 2003 y que sigue operativa.
Mars Express es una misión pionera de la ESA por tres razones: en primer lugar porque es la primera misión europea al planeta rojo. En segundo término porque la plataforma, equipos e instrumentos se fabricaron en poco más de dos años al utilizar el 35 por ciento de la tecnología desarrollada para la sonda Rosetta y por ser es una de las baratas, 150 millones de euros, un tercio del coste de misiones de importancia similar.
En sus continuos sobrevuelos sobre Marte, la sonda europea “ha identificado y medido la pasada existencia del líquido elemento en los sedimentos de los cauces de antiguos, rios y lagos ‒destaca Cardesín‒ y hasta podemos datar que buena parte de su superficie estaba cubierta por agua hace más de 4.000 millones de años”.
El agua líquida desapareció de la superficie marciana por la ausencia de atmósfera, pero existe mucho hielo en los casquetes polares y en el subsuelo. Ahora, lo que los científicos quieren saber es “cuánto hielo hay en el subsuelo y diferenciar el que procede de agua del que tiene su origen en el dióxido de carbono”, ratifica Cardesín.
La presencia española en Mars Express ha sido “digna, pero discreta”, asegura Pilar Román, delegada española del CDTI en el programa científico de la ESA. La participación académica la asumió el Instituto Astrofísico de Andalucía, mientras que la aportación industrial corrió a cargo de las factorías de Barajas y Tres Cantos de Airbus Defence and Space en España (antena de alta ganancia y electrónica del seguidor estrellas, respectivamente), Thales Alenia Space España (equipos electrónicos de control y comunicaciones) y GMV (análisis de misión).
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