El segundo lanzamiento de Ariane 6, puso en órbita el CSO-3, tercer componente del programa militar francés MUSIS (MUltinational Space-based Imaging System).
A la segunda todo funcionó adecuadamente, y a las 17:24 hora española del 6 de marzo, el segundo lanzador Ariane 6 voló al espacio llevando a bordo el nuevo satélite espía francés CSO-3. Tres días antes, la cuenta atrás se paró por un problema en tierra.
El satélite CSO-3 (siglas en francés de Componente Espacial Óptico, completa la triada de satélites de observación de la Tierra del Gobierno francés.
Los dos primeros fueron puestos en órbita en 2018 y 2020. El CSO-2 cumple misiones de identificación, con una órbita de 480 kilómetros, mientras que los otros dos se dedican a labores de reconocimiento, en órbitas de 800 kilómetros heliosíncronas que pasan por los polos.
CSO es la tercera generación de satélites franceses de este tipo, que toma el relevo de los sistema Helios y Pleiades.
El CSO-3 ha sido desarrollado por Airbus Defence and Space para la Dirección General de Armamento francesa, y será operado por el Comando de la Fuerza Aérea y del Espacio de Francia, baja la supervisión delegada de CNES, la agencia espacial francesa.

CSO-3 aumentará la capacidad de cobertura y de revisita, reforzando la eficacia de las operaciones militares y los medios de anticipación en situaciones de crisis.
El sistema central del CSO-3 consiste en un instrumento óptico de muy alta resolución -20 cm en el caso del CSO-2 y 35 cm en el de los otros dos-, responsabilidad de Thales Alenia Space, permitiendo una observación detallada de la superficie terrestre.
El sistema puede adquirir imágenes con una resolución extremadamente alta, incluso en condiciones de poca luz y de noche. Las tecnologías avanzadas integradas en el instrumento incluyen, entre otras, sistemas ópticos de última generación y sensores ultrasensibles.
Además de la mayor resolución, los satélites CSO pueden adquir imágenes en infrarrojo que permiten detectar actividad humana o industrial, identificando fuentes de calor y midiendo temperaturas.
Los satélites también son más “agiles”, pudiendo apuntar en todas direcciones lo que permite una mejor cobertura de los objetivos con un solo paso del satélite.
FRANCIA Y SUS ALIADOS
Francia consigue, una vez más, una autonomía estratégica en un dominio muy sensible. La reciente decisión norteamericana de negar la información de sus satélites a Ucrania, pone de relieve lo críticas que son estas capacidades en momentos de crisis. Francia ha colaborado con sus socios europeos en estos desarrollos, pero siempre conservando la “llave” de su utilización.
España dio un paso en la dirección correcta con el lanzamiento del SpainSat NG a finales de enero, al que debe seguir un segundo satélite en las próximas semanas. Europa tiene capacidades para desarrollo de sistemas punteros en prácticamente todos los dominios. Queda el coordinarlos y adecuarlos a las actuales circunstancias. El futuro pasa por sistemas europeos conjuntos si de verdad queremos una autonomía en defensa.
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